Miércoles 30 de julio, 2003. San José, Costa Rica.

Istmo desigual

Mónica Umaña

Los países del istmo fueron puestos en evidencia con la publicación del segundo informe sobre desarrollo humano de la región.

Unos para bien y otros para mal. Los nicaragüenses, por ejemplo, quedaron en una posición incómoda, pues el documento puso en evidencia las dificultades que se viven al norte de nuestra frontera.

Sin duda esas estadísticas se reflejan en los miles de nicaragüenses que vienen a Costa Rica buscando mejores oportunidades, y que cifran sus esperanzas en cualquier oportunidad de trabajo que les genere dinero para ayudar a sus familias, y darle una mejor vida a los hijos que dejaron en su tierra.

El mismo informe es mucho más alentador para Costa Rica y Panamá, los países más pequeños y de menor población de la región, que registraron un auge en su crecimiento económico, contrario a la situación nicaragüense.

Y aunque no lo menciona el informe en cuestión, yo si lo quiero resaltar: Guatemala podría caer en un gobierno peor, pues el general Efraín Ríos Montt –quien hace lo imposible por aspirar a la presidencia– trae consigo una amarga lista de antecedentes: fusilamientos, desplantes a la iglesia católica, genocidio, violación a los derechos humanos...

Es alarmante ver cómo nuestros países tienen memoria a corto plazo, y olvidan el daño que sufrió su pueblo a manos de un presidente que solo dejó dolor.

Y una nueva que podría dividir a los centroamericanos es la eventual disputa de la Secretaría de la Organización de Estados Americanos (OEA), entre el líder salvadoreño Francisco Flores y Miguel Ángel Rodríguez.

Sin duda Flores tendrá el respaldo de su amigo texano Bush, lo que podría dar al traste con las aspiraciones costarricenses.

Todo esto, en momentos en que el istmo necesita estar unido para soportar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los estadounidenses, donde hasta la letra pequeña es importante antes de firmar.

A pesar de la buena calificación obtenida por Costa Rica, hemos estado expuestos a una serie de hechos que preocupan a todos los que jamás nos acostumbraremos a almorzar con la noticia de que dos pequeñitas murieron acuchilladas por su propio padre.

“El diablo anda suelto”, dijo un compañero en la redacción, abrumado por las malas noticias que debemos cubrir a diario.

Yo prefiero ser más optimista...

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