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Perspectivas
Demasiada controversia Antonio Alfaro
¡Qué importa si a Jesús lo mataron los judíos, los romanos, Poncio Pilatos, Sadam Husein o la Eta, en nombre de todos los mortales!
El tema de nuevo se discute aquí o allá con el estreno en cada país de “La Pasión”, la película de Mel Gibson. Hoy es en Roma, la semana pasada le tocó a París, en Israel no la van a permitir, pero en todas partes da de qué hablar, más aún en Semana Santa, cuando todo se viste de religiosidad.
Algunos hasta quieren encarnar pasajes de nazareno, como el presidente venezolano Hugo Chávez, quien pidió públicamente perdonar a los obispos “Judas” que calificaron a su gobierno como “autoritario y de tendencia totalizante”.
Política aparte, juzgo la película como católico (no de los mejores, confieso) y espectador común y silvestre, sin mayores conocimientos de cine. Es una buena opción para todos los que nos quejamos de encontrar ¡siempre lo mismo! en la programación televisiva de estos días. Paradójicamente, me agrada más –por su fondo– la gastada “Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffirelli.
La de Gibson se queda –como su título delimita– en la pasión, los azotes, las espinas, las caídas, las escenas sangrientas, de inicio a fin. Y es válido. El autor decide qué parte de la historia cuenta, aunque este mortal encuentre más argumento en otras facetas de la vida de Jesús. De hecho –ahora que lo pienso–, la Iglesia Católica le ha dado tradicionalmente énfasis a la imagen de Cristo crucificado, por encima de Cristo resucitado.
¿Demasiado violenta la película? Nunca es demasiado, si se intenta reflejar los hechos tal como sucedieron, pero ninguna otra película se había atrevido a hacerlo. Ésta lo logra, según jerarcas de la Iglesia, aunque yo observe más sangre que argumento.
¡Impactante! No hay duda. ¿Y si a este cristiano le gusta más el Sermón de la Montaña? ¡Ni modo! Me quejaré al encontrar siempre lo mismo en televisión y, de seguro, me sentaré a ver partes de “Jesús de Nazareth”.
Lo que no puedo entender es que se tome de excusa la película para que judíos, musulmanes, católicos o mortales de cualquier denominación caigan en la absurda polémica de quién mató a Jesús.
Los humanos –al parecer– buscaremos culpables por los siglos de los siglos... ¿Fue Al Qaeda, Bush o el Sanedrín? ¿Seré yo, Maestro?
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