Yensy Aguilar Arroyo
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Cuenta la leyenda que hace muchos años, allá por 1884, monseñor Augusto Thiel pasó por San Jerónimo de Moravia, en el sector del Bajo de la Hondura, en lo que hoy es el Parque Nacional Braulio Carrillo, cuando fue expulsado del país por involucrarse en la política.

Thiel pasó preso por la zona y le pidió agua a un vecino del lugar, pero este se la negó. Thiel le dijo en forma de castigo: “Agua me niegas, agua tendrás para siempre”. De ahí se concluye que, por esa razón, en San Jerónimo siempre está lloviendo.

Por esa razón, un grupo de vecinos hicieron una escultura de piedra en forma de cruz, para expiar la culpa que sienten por negar el líquido al sacerdote.

La escultura se colocó el 31 de marzo de 1957. Se mantiene dentro de un galerón para protegerla y le celebran una misa al obispo, antes o después del Día de San José, cada 19 de marzo.

Desde hace unos cuatro años, el acceso está restringido, debido a que los funcionarios del parque comenzaron a encontrar animales muertos, preservativos, jeringas para inyectar droga y hasta personas que robaban mariposas.