Lunes 12 de julio de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | La pura verdad
De la Fiscalía

Edgar Fonseca

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A las puertas de la salida del fiscal Francisco Dall’Anese de su cargo para asumir una misión, designado por la ONU, de alto voltaje en Guatemala, se ciernen aires de incertidumbre sobre el futuro de esa instancia judicial.

Hay un antes y un después de su controversial gestión.

En este periodo, el país fue estremecido por las más profundas investigaciones de alegada corrupción en la gestión pública. Dos expresidentes, entre decenas de exfuncionarios, fueron a dar al banquillo; uno de ellos ya sentenciado.

Decenas de gentes más, que creyeron que el servicio público es una piñata sin fondo, cayeron en las mazmorras y estrados.

“La corrupción es crimen de Estado”, sentenció hace poco César San Martín, juez peruano que juzgó y condenó al expresidente Fujimori.

Las investigaciones pendientes de supuestas anomalías financieras en instancias eclesiales. Las causas por las muertes del radiocomunicador Parmenio Medina y de la periodista Ivannia Mora, amén de una constante persecución de bandas criminales organizadas del narcotráfico, forman parte del corolario de una debida labor de la Fiscalía.

Dall’Anese cierra su gestión en abierta pugna con la jerarquía del Poder Judicial a la cual acusa de cercenarle poder a la Fiscalía. Desata, así, una nebulosa sobre el futuro del Ministerio Público. Sobre la lógica de su continuidad como dependencia judicial.

¿Debe permanecer esta instancia bajo la tutela judicial?

¿Es hora de garantizarle total independencia y autonomía funcional, en el modelo de operación de la Contraloría General de la República?

Dada la arremetida del crimen organizado, de las mafias de la corrupción pública y del narcotráfico, el país necesita de una Fiscalía sólida.

Lo que menos sirve es que se haga realidad la sentencia de Dall`Anese, aquella de que muchos desean ver al fiscal de “florero”; de adorno.

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