Martes 22 de marzo de 2011, San José, Costa Rica
Sucesos | Guarda sospechoso ignora por qué lo hizo y pide un juicio abreviado
Porteador abandonado como un saco de tierra
Llamadas telefónicas, video, pruebas técnicas y testimonios principales indicios
  • María Fernanda e Ivannia, amigas de Narváez aún no creen lo sucedido. Foto: Carlos Hernández.
    María Fernanda e Ivannia, amigas de Narváez aún no creen lo sucedido. Foto: Carlos Hernández.
  • El detenido de apellido Narváez, se mostró arrepentido por lo ocurrido y no encuentra explicación. Archivo.
    El detenido de apellido Narváez, se mostró arrepentido por lo ocurrido y no encuentra explicación. Archivo.

Carlos Hernández, corresponsal GN y Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

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Los Chiles, Alajuela.- Como “un saco de tierra” quedó abandonado el porteador de 28 años, José Andrés Cerdas Rodríguez, desaparecido el lunes 7 de marzo y hallado asesinado 10 días más tarde en el poblado de Hernández, hecho por el cual, figura como sospechoso un guarda privado de apellido Narváez.

El sospechoso, dijo ignorar el por qué de sus actos, de lo cual está “arrepentido”. Indicó que no ha podido “dormir” y por cuyas consecuencias optaría por un juicio abreviado.

Así trascendió ayer en medios policiales donde, un video, rastreos telefónicos, pruebas forenses y testimonios, aparecen como los principales indicios en contra del sospechoso.

“Cuando el hermano le preguntó qué llevaba en la cajuela, Narváez le respondió: ‘un saco con tierra’. Le pidió que, por favor sacara, lo bajara y dejara a un lado”, recordó ayer Ivannia Fonseca, amiga de infancia de Narváez y a la vez, testigo presencial, junto con su mamá María Fátima Alemán, de las últimas actividades de Narváez antes de ser detenido el jueves 17 de marzo.

Visto por última vez

Cerdas fue visto con vida por última vez el lunes 7 a las 3:05 p.m. cuando llegó con un aparente cliente en su Honda Civic a una gasolinera de Cañas para cargar combustible, según lo registró una cámara del negocio.

Un taxista que estaba ahí, le preguntó si “le había salido un buen servicio”, trascendió ayer en medios judiciales, a lo cual Cerdas le aclaró que era una carrera a Palmitas, poblado ubicado a 20 km de Cañas, carretera a Upala. Ahí, cerca del cementerio y por causas desconocidas, al parecer, Narváez lo habría matado de un disparo que ingresó en el cuello, según las autoridades.

El arma homicida sería el revólver asignado a Narváez quien trabajaba como guarda en la sede del IMAS de Cañas, la cual no devolvió al terminar su turno.

Las pruebas de Luminol advierten que la víctima pudo ser ejecutada mientras ocupaba el asiento del acompañante. Esta presunción radica en que, el eventual cambio, surgió luego de que Narváez le planteara a Cerdas comprarle el carro que aparentemente, quería vender. El cambio fue para que Narváez lo probara. Al bajarse, le habría disparado.

El Luminol dio positivo en el asiento del acompañante, en el asiento trasero y en el parabrisas; no así en la cajuela donde tampoco apareció la alfombra.

Cerdas, que pudo morir de una hemorragia interna, habría sido envuelto en ese cobertor. Según las investigaciones ahí Narváez tuvo la necesidad de limpiarse la sangre ante el trastorno de ser salpicado .

El guarda aparece

A las 5 p.m. de ese mismo lunes, Narváez regresó a su trabajo para devolver el arma. Llegó sin camisa y lucía sucio, según el testimonio de un compañero y las pesquisas del OIJ de Cañas.

Este revisó el arma, vio que uno de los seis tiros estaba percutido y le preguntó qué había pasado, pero no obtuvo respuesta.

Narváez salió, el guarda lo siguió y lo que descubrió es que había llegado en un carro.

Al cuestionarle sobre el mismo, Narváez le contestó que un amigo se lo había prestado. Luego pasó a su casa en Cañas, recogió una ropa y se fue adonde su madre en Los Chiles.

Más tarde, cuando todos dormían, aparentemente, salió al patio, cavó una fosa donde habría depositado el cuerpo, le prendió fuego y lo dejó tapado con dos láminas de zinc, según la hipótesis policial.

Al día siguiente, reapareció en Los Chiles donde, al parecer, tenía varios años de no relacionarse con los vecinos. Visitó a la familia Fonseca Alemán. Llegó en el auto de Cerdas, el cual dijo haber comprado. Con estos amigos de infancia, compartió un almuerzo y, por la noche un paseo con Ivannia, hija de María Fátima Alemán.

Narváez desapareció y no volvieron a verlo sino hasta una semana después, cuando llegó e invitó a María Fátima y a Ivannia a un paseo. Les acompañó también el hermano menor de Narváez.

Iban para Punta Cortés y es en ese viaje adonde visitarían a una prima de María Fátima y el poblado de Cuatro Esquinas, cuando el sospechoso se detuvo para dejar el saco con el cuerpo en el camino. Al regreso a Los Chiles, Narváez visitó a una abuela y una hermana de Ivannia. Ahí deja a María Fátima mientras lleva a Ivannia y a su hermano a comprar la cena.

En ese momento, es descubierto por oficiales del OIJ de Cañas que andan detrás suyo. Saben que circula por ahí con base en rastreos telefónicos, se dijo.

Narváez se había quedado con el celular de Cerdas. Una primera llamada la hizo a su trabajo y la segunda a Ivannia.

Cuando los oficiales del OIJ de Cañas les explicaron a sus colegas de Los Chiles la razón de su presencia, uno de ellos aseguró haber visto el carro y salieron a rastrearlo. Así lo detectaron.

Narváez, al notar su presencia, “se puso nervioso, cambió de semblante y echó a correr”, según dijo Ivannia, quien le preguntó por qué huía, “pero no respondió, solo manifestó: aquí solo queda correr”, agregó.

Según fuentes oficiales los restos hallados estaban calcinados, para lo cual la eventual práctica de haberle prendido fuego al cuerpo y luego taparlo con el zinc tuvo que haberse hecho al menos otras dos veces más. En la fosa se halló un posible residuo de una bala.

* Colaboró Franklin Hernández.

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