Deportes
Jueves 31 de marzo de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Columna de opinión de Roxana Zúñiga

Messirve verlo

Roxana Zúñiga, periodista
redaccion@aldia.co.cr

Lionel Messi, ese genio argentino de solo 1,69 metros de estatura, mantuvo en ascuas a todo un país durante tres días.

¿Juega o no? ¿Cuánto tiempo estará en la cancha? Estas fueron las preguntas más recurrentes, al colmo de que cuando llegabas a un sitio en lugar del “buenos días” que dicta la cortesía te recibían con ojos de vaca viendo pasar el tren y con una interrogante: ¿pondrán o no a Messi? No lo sé (lástima que se me quebró la bola de cristal…)

Y el entrenador “che” tampoco ayudaba mucho. Cada nada cambiaba la versión: sí juega… solo estará un tiempo… bueno quizá no participe, salvo 15 minutos… Interminables declaraciones que hacían papas de las uñas.

El estrés crecía entre quienes iban para el estadio a ver al mejor jugador del mundo, le duela a Cristiano Ronaldo o no.

Esa entrada (que algunos compraron hipotecando el aguinaldo de diciembre o con un tarjetazo inmenso) perdía y ganaba valor conforme iban y venían los informes de la lesión del astro.

Los que no tenían boleto (teñidos, quizá, de la vil envidia) azuzaban y choteaban a los que soñaban al dios de los futbolistas con los tacos en la cancha.

La incertidumbre nunca acabó. Aún en el minuto 94, con Messi vestido de civil, en tenis exclusivas y barba de dos o tres días, todos mirábamos a la banca en espera del milagro de la recuperación repentina. ¡¡¡Qué ilusos!!!

Un jugador que vale casi 600 mil millones de colones iba a exponerse a una lesión seria para complacer a los millones de ticos que aguardaban admirar sus maravillosas piruetas, cabriolas y actos de magia balompédica. ¡Decepción total!

Gracias a Dios, la selección, por primera vez en muchos partidos, realizó un juego bastante decoroso; con personalidad y sin ese fatal complejo de mente chiquitita que en ocasiones nos aplasta.

Argentina, supongo que como deferencia por no incluir a Messi, no entró a matar; un tango bailado a media luz y los tacones desgastados. Pero la “Sele” se vio mejor y eso nos da esperanzas.