Nacionales
Domingo 19 de febrero de 2012, Costa Rica

Cosas de la vida

El niño “llantero”

Ana Coralia Fernández Arias

Periodista

ana.fernandez@aldia.co.cr

Parafraseo el célebre poema de Miguel Hernández para titular una columna dedicada a un personaje de singular vestimenta, pero sobre todo de gran pasión.

Molesta y preocupada descubrí que una llanta de mi carro me amenazaba con esa diminuta tragedia cotidiana de desinflarse.

Para no darle gusto, corrí a la estación de gasolina más cercana con lo que quedaba de aire y me topé con un joven entre los 14 y los 16 años, enfundado en un jean que alguna vez fue azul y una camiseta que a fuerza de aceite y tizne, tenía un color indescifrable.

Le conté mi problema y para él fue como una solución, como un regalo, como una buena noticia.

El niño “llantero”, tomó la gata que parecía un “scooter” gigantesco, y en dos segundos alzó mi jeep como si fuera una pluma.

Afanoso quitó las ranas, bajó la llanta, la infló, la metió en un estañón con agua como a un bebé, le dió vueltas, marcó una equis, sacó - emulando a un dentista- un clavo con las tenazas, ensartó una tripilla, cortó cual cirujano, le puso aire y ¡listo!

Como si estuviera en Disney, la rodó, la puso, la socó, bajó el carro y me cobró mil pesos, tan contento, que sentí una secreta envidia de verle tanta felicidad haciendo un oficio que ama.

¡Vaya lección la del llantero! ¿Cuál es su secreto? Eso que ha llevado al mundo a girar cada día, a reinventarse en cada vuelta, a dar luces en medio de oscuridades, a que la vida se abra paso por encima de tanta muerte: la pasión por lo que se ama y se hace.

Cuando tomé el volante mi carro no rodaba, flotaba. ¿O era yo que me recargué de energía y ganas, mientras aquel muchachito me cambiaba una llanta?