Periodista
¿Por qué, en este torneo veraniego, el tricampeón Liga Deportiva Alajuelense perdió el norte, el sur, el este y el oeste? Que respondan los expertos. Los que no lo somos nos atrevemos, sin embargo, a decir que, aunque han pesado las lesiones y las ausencias, pareciera que la dolencia es también psicológica. Y si lo es, necesita remedio, comenzando por la cabeza: el director técnico, el Atlas de la Liga.
En la novela La rebelión de Atlas la escritora Ayn Rand reitera que este personaje de la mitología griega, que soporta un gran peso, “sostiene el mundo sobre sus hombros”. Así debe sentirse Óscar Ramírez, máxime si, como se sabe, los aficionados quieren triunfos y solo triunfos, ya, y uno tras otro. Resulta, por ello, interesante saber cómo ha actuado la junta directiva en estos trances. Ignoro si el estado de ánimo de los jugadores forma parte de sus análisis, pero, sea lo que sea, ha tenido a su favor algunas horas valiosas para fortalecer moralmente a los estrategas y a los jugadores. Las fallas no son técnicas ni tácticas. Son primeramente psicológicas.
Aventuro, por ello, una hipótesis audaz: la oportunidad de jugar, este jueves, contra Pérez Zeledón (23 puntos contra 9) en Alajuela, que si desembocara en un triunfo, podría desaparecer los fantasmas psicológicos. ¿Por qué no hacer la prueba?
El potencial psicológico requiere, por supuesto, un vigoroso liderazgo, que genere confianza. Se supone que un equipo tricampeón, en estas condiciones, no necesita planteamientos técnicos complejos o novedosos, sino algunas ideas claras, por aquello de que es más importante una cabeza ordenada que una cabeza llena. No basta, sin embargo, la cabeza ordenada. Se requiere, para que funcione, una voluntad sostenida y firme, fundada en la confianza y la seguridad personal. Desde esta visión, el jueves se juega el partido más interesante para el análisis.
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