Deportes
Sábado 3 de marzo de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

¿Cómo debe ser la relación entre un entrenador y sus jugadores?

En el camerino se juegan el pellejo

José Pablo Alfaro

jose.alfaro@aldia.co.cr

Saluda con un “buenos días” a su grupo y listo. ¡A trabajar! Alexandre Guimaraes, técnico del Saprissa, no es de invitar a sus figuras a una cerveza para celebrar un triunfo, ni mucho menos de meterse en la vida privada de sus jugadores.

Pero entonces, ¿cómo debe ser la relación entre un técnico y su plantel?, ¿de amistad o solamente laboral?

En Al Día repasamos ambos estilos; desde los gritos de Giuntini en el camerino, el “perro de la discordia” de Marco Octavio de Cerqueira - extécnico de la Liga-, hasta el amiguismo de Badú con sus jugadores.

“Guima” guarda una relación de respeto y cordialidad en la que no combina lo profesional con lo privado, al técnico morado le gusta crear una serie de líderes en el plantel, que funcionen como puente de comunicación con el resto del camerino.

Cómo él mismo dice, “cada técnico tiene un estilo diferente, hay algunos que hasta invitan a los jugadores a tomarse una cerveza, en el caso mío tengo mi forma, que no voy cambiar porque me ha dado resultados”, contó Guima.

Guarda la distancia

“Es accesible en la medida en que lo crea conveniente, pero hay temas que no comparte mucho con el jugador, se maneja más por medio de líderes”, contó Álvaro Mesén, jugador de Guimaraes en la eliminatoria rumbo a Corea-Japón 2002.

El estratega morado mantiene un espacio. Solo conversa lo necesario y se preocupa mucho por el momento futbolístico y psicológico del grupo.

“Nunca fue de mucho acercamiento, mantuvo una buena relación, pero dándole el espacio como persona, eso sí, es muy atento a los detalles”, explicó Wílmer López, expupilo de “Guima”.

Eso sí, el timonel morado no está ajeno a los cuestionamientos por su forma de trabajo.

“Con casi nadie se relaciona, conmigo era exclusivamente una relación técnico-jugador”, explicó Alonso Solís.

“Le habla a su gente y punto”, agregó Armando Alonso.

Su estilo le costó el puesto

El pellejo del timonel a veces depende de la comodidad que sientan las figuras del equipo, tanto en su idea de juego como a lo interno del camerino. El mejor ejemplo es el argentino Alejandro Giuntini, a quien su carácter le costó algunos “anticuerpos” en el equipo rojiamarillo.

Ninguna de sus figuras cuestiona el trabajo de campo de Giuntini, aunque su manejo del grupo generó algunos roces.

“Por su personalidad él hablaba muy directo, nunca trató mal a nadie, pero hablaba un poco fuerte cuando no se daban los resultados”, contó el volante José Miguel Cubero.

El lateral Marvin Obando agregó que “Giuntini es muy buena persona, pero sí tenía su carácter, tal vez decía cosas que no calzaban bien en algunos jugadores y causaba choques”.

El jugador Carlos Castro dejó la institución rojiamarilla debido a un roce con el técnico “ché”; el lateral izquierdo manifestó en su momento que Giuntini le había “mentado la madre”.

Suplentes contentos

Mantener contentos a los hombres con menos regularidad del plantel es una de las tareas más difíciles que tienen los técnicos.

Esta situación puede provocar disgustos y deterioro en el núcleo del camerino.

“Tener solo 11 jugadores contentos es prácticamente suicidarse, la clave del éxito es mantener a los suplentes tranquilos”, comentó el exjugador y ahora asistente técnico de la “Sele”, Luis Marín.

En caso de que una figura se convierta en una mala influencia, el cuerpo técnico debe tomar una decisión.

“Puede ser la figura del equipo que yo lo quito”, comentó Geovanni Alfaro.

En algunos casos los técnicos pierden la bendición del grupo por sus propios “méritos”.

Tal es el caso del extécnico de la Liga, De Cerqueira, quien permitía que su perra “Dona” se montara en el bus del equipo, e hiciera acto de presencia en las prácticas del plantel.

“Quita seriedad y resta credibilidad, tal vez puede afectar en poco al grupo y crear incertidumbre”, contó Luis Marín, jugador que fue dirigido por el estratega brasileño.

“El profesionalismo no se marca por ser charlatán, va mucho en la comunicación constante”, finalizó Luis Fallas, extécnico de Puntarenas.