Sábado 2 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

RODOLFO MONTERO “El que se encargaba de controlar los gastos era don Roberto Tovar. Yo giraba el cheque. Por mi casa pasaban y se lo llevaban”

“Soy el pato de la fiesta”

Pablo GUERÉN CATEPILLÁN / Al Día

“No me he sentido acuerpado. Siento que me las estoy tragando solito. Soy el pato de la fiesta”, dice al otro lado del teléfono Rodolfo Montero. Una voz fuerte que a cada palabra deja entrever un tremendo malestar.

Miembro del equipo de personas que recolectó recursos para la campaña de Abel Pacheco, confesó el lunes la existencia de otra cuenta (“Abel Pacheco Promoción Política”) en la cual se manejaron fondos.

Con los ¢79 millones que aparecieron en esa cuenta llegó también la lluvia de críticas. Le siguieron las dudas del presidente y el posterior respaldo. Pero Montero esperaba más, sobre todo, porque asegura que él no tomaba decisiones, que no era el tesorero y que solo recibía instrucciones de su contacto: el actual Canciller Roberto Tovar.

A continuación un extracto de la conversación telefónica que Montero sostuvo ayer con Al Día:

Custodio

– ¿Le hubiera gustado que quienes estuvieron con usted en la campaña salieran en su defensa?

– Claro que sí, asumiendo las responsabilidades cada uno.

– ¿Quiénes conformaban el grupo de finanzas de la campaña?

– Armando González, Eduardo Sáenz Madrigal, Víctor Emilio Herrera, Carlos Lachner, Rodolfo Jiménez Borbón, Jorge Aymerich, Jorge González, Allan Saborío, Roberto Tovar y Samuel Guzowski. Y en ese grupo habíamos además dos personas que no éramos ni políticos ni empresarios. Yo y Jorge Aymerich, que era quien me ayudaba.

– ¿Qué condiciones puso para llegar a esa grupo?

– Que yo no iba a conseguir plata y que yo iba a hacer gastos. Yo me convertía, que era lo que andaban buscando, en un custodio de los fondos. Una persona confiable para que recibiera los fondos y los girara conforme instrucciones precisas.

– ¿Usted no era tesorero?

– El tesorero era don Fernán Guardia. Yo no tenía autoridad, ni la quería, ni para buscar plata ni para decidir a quien se le giraba.

– ¿Quién le daba esas órdenes?

– Ese grupo cívico tenía alguien que, aunque no lo quiera aceptar, el que se encargaba de controlar los gastos era don Roberto Tovar. Don Roberto era mi contacto. Yo giraba el cheque. Por mi casa pasaban y se lo llevaban.

– ¿Por qué Tovar no ha salido a dar explicaciones?

– Cuando yo he hablado con él, dice que era igual a los demás. Él ha rehuido esto.

– ¿En estos días habló con él?

– Yo esperaba, no solo de él sino que todo el grupo, saliera a exponer sus posiciones. (…) Sin embargo, me dejaron solo, con excepción, tengo que aceptarlo, del Presidente, aunque dudó un poco, siempre ha defendido mi honradez.

– ¿Don Abel debió exigirle explicaciones a Tovar o Contreras?

– No puedo opinar por él.

– ¿Pero le hubiera gustado por la honra de su nombre?

– ¡Por supuesto!

¿Otras cuentas?

– ¿Quién abrió la cuenta Abel Pacheco Promoción?

– Yo. Pero la cuenta está a nombre de don Abel.

– ¿Don Abel tuvo que haber autorizado que abriera la cuenta?

– ¡Por supuesto! Ningún banco va a abrir una cuenta corriente a nombre suyo si usted no concurre. Claro que yo era quien manejaba la cuenta, porque él me autorizó a mí y a Jorge Aymerich a firmar en la cuenta.

– Pero don Abel señaló que él no recordaba esta cuenta, ¿Eso es posible?

– Claro, porque ¿qué fue lo que hizo él? esa cuenta se abrió en el 2000 ¿qué hizo?, firmar los registros del banco y punto. Nunca más volvió a saber de la cuenta.

– Si usted hace un meaculpa, ¿su error fue recordar la existencia de esta cuenta hasta ahora?

– Sí, pero vea lo que pasó. Cuando yo le escribí a don Abel en octubre del 2002 y cité unas cuentas, no cité esta porque en ese momento esa cuenta tenía seis meses de no ocuparse. No la tenía presente.

– ¿Esos ¢79 millones de dónde provenían?

– De Panamá. De Bayamo.

– ¿Es cierto que esa suma se ocupó para pagarle a un prominente político deudas de una campaña anterior?

– Nunca giré un cheque a nombre de ningún político. Si ellos, alguno pudo haber cogido la plata una vez que yo giré un cheque de caja y hacer otra, es un asunto que no puedo saberlo, entender, ni controlar.

– ¿Van a aparecer otras cuentas más?

– Espero que no.

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