Martes 5 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

Pilar Cisneros cuenta que disfrutó mucho su experiencia en Francia: los paseos, los viajes en tren y las conversaciones con la gente.

Otra Pilar

Experiencia en Francia enriqueció a codirectora de Telenoticias

Gabriela SOLANO / Al Día

La fórmula que Pilar Cisneros usó para combatir el estrés y las presiones fue sencilla: estar lejos de su casa, su familia, su trabajo y sus amigos.

Por eso viajó a Francia, donde estuvo tres meses –del 7 de abril al 7 julio–, durante los cuales estudió francés.

Ahora, reincorporada a sus labores en el Telenoticias, afirma que la experiencia la cambió.

Dice que regresó llena de vida, de tranquilidad y con una visión renovada, como a los 18 años, cuando empezó a trabajar en periodismo.

Y deberá recurrir a sus ánimos nuevos, pues hasta el 29 de octubre, estará como única encargada del programa, ya que Ignacio Santos –codirector de Telenoticias– tomará lecciones intensivas de inglés en una academia local y asistirá a clases en la Universidad de Salamanca, en España. (Vea nota aparte).

Un nuevo aire

–¿Se cumplieron los objetivos de su viaje?

–Bueno, fue una experiencia maravillosa. Pero pensé que después de tres meses hablaría francés bien bien, pero llegué a la conclusión de que es un idioma súper difícil. No lo hablo fluido, pero me la jugué. Por lo menos me entienden y les entiendo.

–¿Cómo era su agenda diaria?

–Me levantaba a las 6 a.m. porque tenía clases a las 8:30. Luego me iba caminando por las plazas de París hasta el metro. Llegaba al instituto y ahí tenía clases de conversación y laboratorios. Cuando terminaba salía a pasear por París. Aunque ya conocía la ciudad, ahora la disfruté más, pues podía conversar con la gente. Fue muy interesante.

–¿Pudo probar las delicias gastronómicas?

–No comía mucho fuera, porque todo es muy caro en Francia. Por ejemplo, un café negro cuesta 5 euros (¢2.500), así que cocinaba en el apartamentito donde vivía. Aunque era pequeño, estaba bien equipado.

–¿Se sintió libre a tantos kilómetros de distancia?

–Sí. Fue como regresar a la época universitaria, porque cuando andas con esposo e hijos estás pendiente de ellos. Ahora era yo solita. Comencé a trabajar a los 18 años y desde entonces me ha consumido la profesión. Es casi imposible tener tiempo para mí, y haberlo hecho es un logro personal.

–¿En algún momento pensó en extender el viaje?

–Al final, la verdad quería volver. La temperatura estaba en 32° y con ese calor ni me provocaba caminar por París. Los primeros días en la redacción fueron espantosos porque no recordaba ni cómo conectar la computadora. Eso significa que me desconecté del todo del trabajo, lo que quería.

–¿Qué le llamó más la atención del pueblo francés?

–La cultura francesa es muy interesante y ahora pude conocerla mejor porque me ponía a hablar con la gente hasta en las paradas de los buses.

A los franceses les gusta discutir sobre cualquier tema. El parisino disfruta de su ciudad conversando en los cafés y los parques, es un lugar en donde se acoge muy bien al peatón. Descubrí que son un pueblo contestatario y rebelde.

–¿Pudo ir de compras?

–No. En realidad ahí es imposible hacerlo, pero sí me traje unas semillas de unas flores y un par de manteles. Nada de vestidos ni zapatos. Viajé mucho en tren por todo lado: a Mónaco y Amsterdan (Holanda), entre otros lugares. Fue muy agradable.

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