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Violentos
Los enfrentamientos entre las turbas y la policía no son ajenos a la comunidad de Pavas, donde se concentra gran cantidad de delincuencia que opera ahí y en el centro de la capital.
Desmantelada
Esta vivienda fue destruida y saqueada por las turbas de jóvenes entre los 8 y 20 años. Aquí vivía un hombre denunciado el lunes por presuntos abusos deshonestos contra una menor.
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Delincuencia asedia a Pavas
Lugareños piden ayuda en trabajo y aprendizaje
Gilda GONZÁLEZ / Al Día
Pavas. Drogas, pobreza, desintegración familiar, bajos niveles de educación, ausencia de fuentes de trabajo y hogares cuyo jefe es una mujer en la mayoría de los casos.
Este callejón sin salida, en que parece estar sumido gran parte del distrito josefino de Pavas, sostiene un alto nivel de delincuencia en la zona y las autoridades policiales no pueden someterlo a control desde hace tiempo.
Apenas antenoche, una turba de representantes de los distintos barrios de la localidad destruyó y saqueó la vivienda de un hombre, denunciado el lunes por abusos deshonestos contra una vecina de 13 años, en Metrópolis 3 de Rincón Grande de Pavas.
Casi al mismo tiempo, en un hecho aparte, un joven de 20 años, Carlos Esteban Trejos Guevara, era asesinado a escasos 400 metros de allí, con dos balazos en el pecho: en plena vía pública, a quemarropa y en presencia de quienes estuvieran cerca.
“Consumo droga desde los 7 años y para mí siempre ha sido difícil conseguir trabajo... Un vago como yo lo que hace sin plata es robar y buscar droga. Si estuviera trabajando, mantendría la mente ocupada en otra cosa, pero busco y busco trabajo y cuando uno responde que es de Pavas, ya le dicen que no”, relató ayer a un joven, de 27 años. En una breve conversación con Al Día, el muchacho explicó que es padre de un niño de 3 años y pidió reservar su identidad.
Lo mismo narraron otros jóvenes (mujeres y hombres) que encontramos transitando por un sitio donde consumen droga a la vista y paciencia de los transeúntes.
“Terminé el sexto grado y no volví a estudiar. Ahora no estudio ni trabajo. No consumía droga, pero desde hace poco más de un año dije que sí a la marihuana, después de rechazarla muchas veces”, expresó una joven de cara agraciada, que el próximo 27 de agosto alcanzará la mayoría de edad.
Jóvenes y adultos piden al Gobierno que, al menos, coloque un instituto donde puedan aprender algún oficio para poder enfrentar su situación (nota aparte).
Los sitios más conflictivos en el oeste de la capital son, según la policía, Rincón Grande, finca San Juan, Metrópolis 1, 2 y 3, así como Villa Esperanza.
En esta zona viven costarricenses y nicaragüenses en viviendas de clase baja o en ranchos levantados con latas de zinc.
Temor entre vecinos
Los vecinos son atemorizados por la gran cantidad de turbas de “chapulines” que no desaprovechan un momento para hacer de las suyas.
De hecho, según revelaron vecinos, en el saqueo y destrucción anteanoche de la vivienda, participaron cerca de 100 jóvenes de diferentes sitios, quienes se aprovecharon de la molestia contra el supuesto abusador y rompieron la casa para sacar muebles, electrodomésticos, adornos, puertas y hasta el piso.
“Mi mamá lava ajeno y con eso recoge plata, pero no alcanza para que yo estudie y trabajo tampoco me dan. Lo que hago es robar lo primero que me encuentre...”, adujo un joven de unos 18 años, con lentes oscuros, como queriendo ocultar su rostro.
La violencia con que actúan estas pandillas exige la presencia constante de la policía y, en ocasiones, los enfrentamientos dejan heridos y hasta muertos, como el 20 de octubre del 2000, cuando un balazo en la cabeza le causó la muerte a Omar Montero Salas, de 18 años.
El director regional de la Fuerza Pública en San José, coronel Luis Hernández, insistió en que se trata de adolescentes muy agresivos y vandálicos.
“Cualquier problema que ocurra en la zona, los muchachos aprovechan para hacer desorden. No les importa nada, apedrean los carros de la policía, de Cruz Roja y Bomberos. Hay un gran problema social, pérdida de valores... los muchachos andan en la calle hasta tarde y los padres parecen ausentes”, señaló.
Hernández se declara con falta de recursos para poder atender la zona, pero espera disponer de más vehículos y motocicletas a fines de este mes.
Turbas en acción
/ Al Día
Pavas. El malestar de algunos vecinos en el sector de Metrópolis 3 en Pavas, por el presunto intento de abuso deshonesto por parte de un hombre de apellido Ramírez contra una menor de 13 años, fue la excusa que cerca de 100 jóvenes de esa localidad utilizaron para cometer actos vandálicos y robo.
Con piedras en una mano y armas de fuego en la otra, la arremetieron contra la vivienda de Ramírez y en menos de 30 minutos ingresaron, la saquearon y hasta incendiaron parte del área interna.
Según registro policial, hermanos de Ramírez y la turba de jóvenes, con edades desde los 8 a los 20 años, se enfrentaron incluso a balazos.
Una mujer de apellido Monroy, madre de la presunta víctima y quien puso la denuncia ante la Fiscalía de Pavas, relató a Al Día que el lunes pasado por la tarde, su hija fue a buscar a Ramírez para que la regalara un poco de cemento para pegar una chancleta. Cuando estaba en la puerta, el hombre le dijo que pasara para ayudarle a buscar el cemento.
“Mi hija creyó que estaba la esposa de Ramírez, pero cuando entró se dio cuenta que no”.
Según dijo la niña a la Fiscalía, el hombre se le avalanzó y le tocó los pechos a lo que ella reaccionó con salir a prisa de la vivienda.
“Pusimos la denuncia juntas y ese mismo día lo detuvieron, pero el jueves por la tarde lo dejaron libre. Los vecinos se dieron cuenta y no lo querían en el barrio. Desde el lunes, los vecinos le tiraron piedras a la casa, pero anoche (jueves) una gran cantidad de chapulines se aprovecharon de la situación y vinieron a robar”, relató la mujer.
Gran número de policías de la Fuerza Pública tuvieron que atender la situación, pero no pudieron evitar que los delincuentes arrancaran puertas, paredes, piso... robaran muebles, electrodomésticos, camas, colchones, ropa...
Monroy, su mamá de 57 años y sus cinco hijos salieron desde el lunes de su vivienda ubicada al lado de la de Ramírez.
“Vamos a estar afuera unas semanas. No quiero quedarme aquí. Pueden pasar muchas cosas y yo no estoy de acuerdo, porque lo que pasó no es porque me estaban ayudando a mí por mi denuncia, sino que se aprovecharon para actuar como delincuentes”, indicó la mujer.
Muerto a balazos
Casi al mismo tiempo del zafarrancho, a unos 400 metros de distancia, dos hombres asesinaron en plena vía pública, a Esteban Trejos Guevara, de 20 años.
El joven estaba junto a una amiga en la acera, cuando los dos hombres pasaron a la par y a quemarropa le dispararon en dos ocasiones en el pecho.
Según las investigaciones preliminares, el joven, vecino de Rincón Grande de Pavas, tuvo algún problema en la tarde con unos desconocidos y estos regresaron en la noche para cobrar venganza.
Hasta ayer no se tenía a nadie detenido por este hecho.
“La muchacha estaba con él cuando pasaron los hombres. No hubo nada que hacer. Murió muy rápido”, relató un vecino.
Trejos trató de ingresar a la vivienda de la joven a la espera de que pidieran ayuda a la Cruz Roja, pero cuando los paramédicos llegaron ya no había nada que hacer.
Johanna Trejos, hermana del fallecido, dijo desconocer las razones para que mataran a su único hermano.
“Nosotros no sabemos nada de lo que pasó. Es muy doloroso... No sabemos quién pudo matarlo”, afirmó angustiada.
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Requieren apoyo
Al Día conversó con un grupo de vecinos de Rincón Grande de Pavas. Señoras y jóvenes dicen ser un pueblo olvidado. Piden apoyo en educación y en trabajo para acabar con la delincuencia de la zona.
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“Necesitamos ayuda”
Gilda GONZÁLEZ / Al Día
Pavas. Angustiados, impotentes y sometidos a una ola de delincuencia, los vecinos de Rincón Grande de Pavas clamaron ayer por ayuda del Gobierno y las instituciones para brindarles a los jóvenes fuentes de trabajo y algún sitio donde aprender un oficio.
“Nos hace falta mucha ayuda. No que nos den de comer, sino que nos ayuden a aprender. En todos los sitios que pedimos trabajo, nos piden experiencia y ¡cómo la vamos a tener, si no nos dan trabajo!”, dijo un muchacho de 25 años que cargaba un cigarrillo de marihuana en el sector de las Metrópolis.
Mientras hablaba sobre sus necesidades, varios jóvenes tatuados se acercaron a la conversación. Después, llegaron varias señoras que pasaban por el lugar.
Ninguno quiso brindar su nombre, pues “aquí al que habla le va mal”.
“Fui a pedir trabajo a AyA. Cuando me preguntaron dónde vivía, les dije que en Pavas, y me respondieron que ya no había trabajo. Nos tienen como lo peor y, con solo decir que somos de Pavas, nos cierran las puertas”, señaló uno de los muchachos.
Una señora de 56 años insistió en que es urgente abrir un lugar donde estos jóvenes estudien algo.
“Que les ayuden a ellos para que salgan de la droga y de la delincuencia”, dijo mientras los señalaba.
Añadió que en edad madura había sido consumidora de marihuana, inhaló cemento, robó y asaltó.
Otra mujer, que labora como miscelánea, narró que su hijo de 15 años consume droga desde que tenía 9.
“Le pedí ayuda al PANI, y lo que me dijeron fue que se lo entregara con una firma, pero yo no quiero eso. Le he hablado muchas veces y no logro nada. Desde que yo salgo en la mañana a trabajar, él también sale y no sé dónde está. No estudia. No me alcanza la plata para pagarle, tengo 4 hijos y sin esposo”, contó esta mujer mostrando resignación.
Una joven de 17 años llegó hasta sexto grado y no trabaja ni estudia. Comenzó a consumir marihuana hace más de un año.
“Me negué muchas veces hasta que un día acepté y me gustó. Me hace olvidar los problemas, ando metida en una onda y no pienso en nada... Es la mejor forma de estar”.
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