El ombligo
Esteban Cuvardic
El ombligo es una de las partes corporales de moda a comienzos de este milenio, gracias a la atractiva costumbre de las muchachas de enseñarlo, o bien en la calle, en la playa, en la discoteca, o donde sea...
Si vemos a una linda chica caminando con el ombligo “pelado”, nuestros ojos se dirigen directamente a ese sensual círculo. Realmente es un privilegio poder observar un ombligo en todo su apogeo. ¡Gracias, muchachas del mundo!
Pero, respecto al ombligo, hay algunas historias que me gustaría compartir con ustedes, sobre todo al relacionarlo con su gran socio: el cordón umbilical...
En Australia, diversas tribus creen que un hombre nadará bien o mal, dependiendo de que su madre haya arrojado o no su cordón al agua.
Mientras tanto, muchos de los pueblos indios que poblaban las praderas estadounidenses, realizaban el corte del cordón umbilical a unos tres dedos del ombligo.
Entonces, ponían el resto en una bolsita de cuero, que primero guardaban en la cuna y luego lo llevaba colgado el hijo en la espalda, con el fin de que lo protegiera de las enfermedades.
En algunas tribus de Australia, la madre es la que lleva colgado en su cuello el cordón umbilical del hijo. Si lo pierde, piensan que el pequeño enfermará gravemente.
En Francia, muchos campesinos se cuidaban de no arrojar al agua o al fuego el cordón umbilical, por miedo a que el niño, en el futuro, muriera ahogado o abrasado por las llamas.
En España existía la creencia de que, si un animal devoraba el ombligo, el niño adquiría las costumbres del animal que lo ingirió.
En México hubo una cueva donde apareció Santa Teresa de Ávila. Los vecinos acudían a colocar el ombligo de sus hijos a los pies de la imagen de la santa, para conseguir su tutela.
Y, en una provincia de Suecia, se ponía el ombligo pulverizado en el pezón de la madre, para que el niño no tuviera cólicos.
Ombligo: sensualidad, superstición, curas, fe... Sea como sea, nunca quiere perder su protagonismo.
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