|
Afrodisíacos
Mauro Fernández
La historia de la sexualidad es rica en mostrarnos que las diferentes culturas han buscado incesantemente formas de acrecentar el impulso sexual.
De este deseo ha surgido una serie de mitos y leyendas en torno al poder mágico de muchas sustancias. Algunas se encuentran en los alimentos y otras son extractos de plantas o de partes de animales.
Con el advenimiento de la sexología experimental, en la década de los sesenta, surge el interés del grupo de Missouri por estudiar los efectos de esas sustancias “milagrosas” que provocaban el incandescente deseo sexual.
Los estudios iniciales, como los últimos, son claros en indicar que no existen tales sustancias, y que los poderes atribuidos responden a la sugestión o circunstancias particulares, pero no a una acción directa, o indirecta, del producto.
Sin embargo, abundan los manuales que hablan de afrodisíacos. Recientemente surgió una enorme cantidad de tratados que describen con detalle cómo se preparan y cómo se incluyen en la dieta. Hablan desde el polvo de cuerno de rinoceronte hasta el aguacate. Son muchos los afrodisíacos descritos, y más aún las personas que los han recomendado y utilizado.
Como hemos dicho en estas columnas, si una persona tiene problemas con su deseo sexual, más que un afrodisíaco, lo que requiere es una valoración integral que incluya exámenes hormonales.
Más de la mitad de las mujeres que relatan pérdida del deseo sexual, son producto de una alteración hormonal de fondo, la cual una vez tratada, dejará su efecto negativo sobre el apetito sexual y éste volverá a la normalidad.
En la actualidad, muchas autoridades en el campo de la sexología señalan que nos encontramos en el inicio de la III revolución sexual. Es la era de la curación farmacológica de las disfunciones sexuales, esto queda establecido con el advenimiento del Sildenafil (Viagra).
|
