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Los actuales trabajos de restauración están centrados en la torre principal. La labor total estaría concluida a finales del 2004.
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Cirugía mayor
Restauración de La Merced costará ¢500 millones
Ileana SANDÍ / Al Día
Mientras una mujer reza en silencio un trabajador clava en lo más alto del altar mayor.
Así conviven en la iglesia de La Merced la fe y las labores de reconstrucción que pretenden darle un nuevo aire a este centenario templo josefino y que costarán ¢500 millones.
Las obras empezaron el año pasado y no han hecho necesario el cierre del edificio. Sin embargo, los fieles que lo visitan deben lidiar con tablas, polvo y zonas de acceso restringido.
El proyecto está a cargo de la Comisión de Restauración de La Merced, que ya invirtió cerca de ¢100 millones.
El dinero se recauda por medio de donaciones y de la Fundación La Catedral y otros Templos y Monumentos Católicos.
Los encargados esperan que a finales del 2004, La Merced muestre una cara nueva y reforzada.
Las labores que se hacen en el interior del templo no han impedido que los fieles asistan.
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Paso a paso
En este momento, los trabajos están centrados en la torre principal, que se encontraba en muy mal estado. Antes fue el turno de las entradas norte y sur, que fueron restauradas en su parte interna.
“Lo que hicimos fue poner columnas internas en las paredes. También colocamos una viga corona para evitar el riesgo de colapso de los muros”, explica Gilberth Argüello, ingeniero del Centro de Patrimonio Nacional del Ministerio de Cultura.
Con la torre los ingenieros se llevaron una sorpresa. Ésta tiene una estructura metálica por dentro que ha impedido su caída, pero esa pieza comenzó a ceder al punto de destruir los ladrillos que la cubren.
Por eso se está haciendo una mezcla de concreto que sirva tanto para metal como para ladrillo. Así se pretende que la estructura siga siendo el soporte de la torre, explica el ingeniero Miguel Cruz.
También se trabaja en el sistema eléctrico del templo y un poco en el piso, que se estaba hundiendo.
El paso siguiente será repellar toda la edificación con una misma mezcla de cal y arena como la que se utilizó hace 100 años.
“Tratamos de reconstruir los daños internos de la estructura del templo para después pasar a los detalles de pintura y demás”, cuenta Pablo Vargas, gerente del proyecto.
Cuando los trabajos más “grandes” hayan concluido, la atención de los especialistas se centrará en los murales, los vitrales y los vidrios, el diseño frontal, los jardines, la reja y, por último, la pintura.
Buen camino
El costo de cualquier restauración es muy alto, tanto que –según explica Vargas– es más barato construir un edificio que reconstruirlo.
En el caso de La Merced, eso ocurre porque es necesario utilizar los mismos materiales originales.
Muchos objetos del templo se guardaron para evitar que se dañen. El mejor ejemplo son los vitrales que estaban detrás del altar mayor, que tienen cerca de cien años.
También fue retirada una parte del órgano, en muy mal estado. Según explica Vargas, reparar este instrumento cuesta cerca de ¢50 millones. La reconstrucción de La Merced es muy importante. “El templo es un reflejo histórico de la consolidación del lado oeste de la capital”, dice la arquitecta Ileana Vivas, del Centro de Patrimonio.
Ese es sólo uno de los motivos que impulsa a los involucrados en el proyecto de restauración de este particular templo josefino.
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Aunque muchos de los trabajos de reconstrucción se concentran en el altar mayor, el Santísimo permanece expuesto para los fieles.
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Siempre
protagonista
La historia de La Merced se remonta a 1903, cuando empezó a ser construida. Dos años después ya estaba terminada.
Desde entonces, este templo es el refugio de miles de historias y oraciones.
Su diseño es uno de los aspectos que más llama la atención, pues sus naves forman una gran cruz. Esto se debe a que tiene una marcada influencia neogótica.
Otros de los aspectos donde se refleja esa influencia es en las ventanas apuntadas (terminadas en forma de pico), y también en las arquivoltas (una sucesión de arcos) que se ven en la puerta principal.
Lo mismo ocurre con la torre, con forma de pináculo, y los dos rosetones que hay en las entradas norte y sur.
Este templo fue diseñado y construido por Lesmes Jiménez, un costarricense que estudió Ingeniería Civil en Bélgica.
Él también diseñó los edificios del Colegio Superior de Señoritas, el Palacio Episcopal y la Antigua Penitenciaría Central, hoy Museo de los Niños.
En vista de la importancia que tiene para la historia y la arquitectura del país, La Merced fue declarada patrimonio nacional en 1996.
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