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Guillermo Segura y César Aguilar, estudiantes del Colegio Agropecuario de San Carlos, en Santa Clara, zarandeaban ayer desechos sólidos para hacer abono orgánico.
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¿Abono de lombrices?
Álvaro SÁNCHEZ CÓRDOBA / Al Día
Santa Clara.- El abono con boñiga y lombrices es posible gracias al ingenio y el conocimiento de profesores y estudiantes del Colegio Agropecuario de San Carlos, en Santa Clara de Florencia.
Ellos procesan la boñiga y los desechos de las porquerizas, polleras y las lecherías, con el fin de crear abono orgánico y biofertilizantes, quel tienen un ingrediente especial: las lombrices.
“Ellas mejoran la aceptación de los desechos y le dan una fertilización más rápida y de mayor calidad al abono”, explicó Marvin Leitón, ingeniero agrónomo y profesor del colegio.
Esta materia, según estudios, mejora la calidad de los cultivos, los cuales aumentan su rendimiento y producción en comparación con el uso de fertilizantes tradicionales.
Leitón explicó que iniciaron el proyecto hace dos años y han tenido excelentes resultados con el mejor rendimiento en la agricultura.
Esos abonos son de mucho mayor calidad que los artificiales, además de que trabajan en armonía con la naturaleza. Ahora fabrican unas 30 cajas de abono de alta calidad, el cual venden a particulares.
Beneficio económico
“Las amas de casa están como locas con este abono, el cual parece tierra, pues es muy fino. Para poner matas y plantas en macetas es excelente aunque también para la agricultura es muy beneficioso”, agregó el docente.
Leitón aseguró que el beneficio económico con el uso de esos abonos es mayor, pues se aprovechan los desechos de las chancheras, polleras y lecherías.
Igualmente, el agua es tratada por medio de bacterias, con el fin de que no vaya contaminada y quede complemente pura.
“El costo para un agricultor pequeño es muy bueno, pero para los grandes, es posible, que no sea tan atractivo, ya que la infraestructura para el proceso es complicada”, explicó Leitón. El colegio actualmente cuenta con una pollera, lechería y chanchera, de las cuales extraen la materia prima para el abono.
Luego, tras varios procesos de zarandeo, se revuelve con las lombrices y se almacena en cajas por unas seis semanas.
Cada caja contiene alrededor de 25 kilos de desechos, de los cuales sale, como mínimo, medio kilo de abono orgánico.
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