Viernes 22 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

La cirugía fue un éxito, aunque los seis meses siguientes serán decisivos para saber si Mónica aceptó el riñón, comentó ayer su padre Adrián Gutiérrez, en su consultorio en Heredia.

Lucha por la vida

Joven recibe por tercera vez trasplante de riñón

Neyssa M. CALVO ACHOY / Al Día

La lluvia amenazaba y en la casa de la familia Gutiérrez Guevara no esperaban visitas.

De pronto, una llamada telefónica le inyectó anteayer una dosis de esperanza a Mónica Gutiérrez, de 21 años, de encontrar un donante de riñón.

El reloj marcaba la una de la tarde, cuando alguien del servicio de Nefrología del Hospital México le dijo a la joven que había en donador.

No había tiempo que perder. De inmediato, ella le dio la noticia a sus padres, Adrián y Gisella, quienes han estado a su lado aun antes de descubrir a los 11 años –a través de una anemia crónica– que padecía de una falla renal.

La familia no estaba preparada para enfrentar por tercera vez un trasplante, al menos durante este año.

De hecho, la reacción inmediata de Mónica fue la de no aceptar la posibilidad que le ofrecían, pues pensó en los dos cuatrimestres que le faltan para finalizar su carrera de periodismo, en la Universidad Latina.

A pesar de sus negativas, se dirigió al hospital, sola, pues era una decisión muy íntima.

Tardó quince minutos en llegar al centro médico y después, quizás influenciada por los especialistas, cambió de opinión.

Ingresó al quirófano al caer la noche, y tres horas después los cirujanos terminaron la intervención, con la esperanza de que su cuerpo no rechace de nuevo el trasplante.

Volver a empezar

Mónica fue sometida en el pasado a dos operaciones similares: en noviembre de 1994 y de 2002.

La primera vez aceptó el riñón durante seis años y la segunda tan solo año y dos meses.

Don Adrián y su esposa fueron los donadores en su momento, y no dudarían en volver a hacerlo de ser necesario.

“No lo pensé dos veces cuando se planteó la posibilidad de donarle un riñón a mi hija”, cuenta don Adrián.

Durante el tiempo que Mónica esperó un trasplante, fue sometida dos o tres veces a la semana a un procedimiento conocido como hemodiálisis, donde se hace circular la sangre y la limpia de los tóxicos que produce el organismo y no puede eliminar el riñón.

“Ella siempre ha sido muy valiente, y quizás por su buen humor se recupera pronto de cualquier procedimiento”, dice su padre.

“Tiene una gran fuerza de voluntad que contagia al resto de la familia. Es luchadora, valiente, y muy madura para su edad.... es sin duda un ejemplo a seguir”.

Por ahora, Mónica estará por tiempo indefinido en el ala izquierda, en el tercer piso del Hospital, en una zona destinada al cuidado de los pacientes trasplantados de riñón.

Ella sabe el camino que debe seguir, pues ya lo ha recorrido. Ahora tan solo queda aguardar y agradecer a Dios –dice don Adrián– el que tenga una nueva oportunidad de vida.

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