Sábado 23 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

ZONAS ERÓGENAS

Mauro Fernández

El cuerpo tiene una serie de órganos con funciones específicas: los ojos sirven para ver y los oídos para escuchar. Esta relación órgano-función caló fuertemente tanto en la población como en los profesionales de la salud.

Así, por mucho tiempo, se comprendió la sexualidad como una función específica de los órganos sexuales; el sexo solo le competía al pene y a la vagina. Bajo esta perspectiva, es que el advenimiento del concepto de “zonas erógenas” resultó un auténtico boom social, al destacar que órganos y estructuras tan distantes de los sexuales eran capaces de desencadenar una respuesta sexual.

En realidad esto siempre se había sabido. Lo novedoso era que se pudiera decir, y bajo esta libertad de expresión es que se inició un listado de todas las áreas corporales capaces de responder eróticamente a una estimulación.

Al inicio, una decena de partes fueron incluidas en esta lista: la nuca, las orejas, la espalda, las plantas de los pies, etc. Rápidamente ésta se fue alargando, hasta que se comprendió que el cuerpo como un todo y en sus partes es capaz de convertirse en una zona erógena.

A diferencia de la vista o del gusto, la sexualidad no se restringe a los órganos sexuales pues el ser humano es un ente sexual con un cuerpo con capacidad de responder sexualmente. Sin embargo, tiempo después, la población comenzó a desilusionarse con el concepto de las “zonas erógenas”. Eran muchos los que decían que tal o cual parte no era realmente candente o, por lo menos, que en ellos no funcionaba como tal. De esto surge el concepto actual, que comprende que las zonas erógenas no son iguales en todas las personas y que la estimulación es muy especifica en cada uno.

Un roce suave por la espalda puede ser un aliciente sexual en unos, mientras que, en otros puede generar un desagradable e irritante cosquilleo. Hay personas que disfrutan de las caricias suaves, otras de las caricias firmes y otras de las caricias enérgicas.

Todo esto nos lleva a una conclusión muy difundida en el mundo de la sexología: la lengua es quizá uno de los órganos sexuales más importantes, en el sentido que las parejas requieren de una comunicación sumamente cercana y descriptiva, con la cual puedan expresar todo aquello que les gusta o les disgusta para conocer el mapa erógeno de su cuerpo.

drmauro@icosex.co.cr

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