Miércoles 27 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

Rosemary Elizondo López, 15 años. 26 de abril, Limón. Estrangulada.

Muerte arremete contra menores

Nicolás AGUILAR R. y Gilda GONZÁLEZ S. / Al Día
Colaboró Pablo GUERÉN.

Los homicidios contra menores no se detienen.

Tras una semana de agonía, la niña Mary Luz Peraza Mora, de 13 años, falleció ayer, a las 10 a.m., en el Hospital México, después de que un expretendiente le disparó en Pueblo Nuevo de Garabito, Puntarenas. Con ella, se elevó a 24 el número de víctimas de menos de 18 años en el país, en lo que va del año.

Mary Luz se suma a 16 hombres y 7 mujeres que perdieron la vida en hechos sangrientos que mantienen consternado al país.

Además:

  • “Es una herida abierta”
  • “Nos vemos en el cielo”
  • Según la recopilación de los crímenes, hecha por Al Día, la mayoría de los casos ocurrió en Limón (8), le siguen Puntarenas y San José con 6 cada uno y luego un hecho en San Carlos (Alajuela), Cartago, Guanacaste y Pérez Zeledón.

    Michael Hernández Fajardo, 16 años. Falleció de un disparo.

    De los 24 menores, 13 fueron asesinados a balazos, tres a golpes y tres acuchillados. Los demás fueron un degollado, un estrangulado, uno por asfixia, uno ahogado y uno que murió en las celdas del OIJ por razones que se investigan (estaba desestabilizado y no fue atendido, según la investigación).

    Algunos de los homicidios se explican solo como producto de la violencia y otros como resultado, además, de acoso sexual.

    El último ocurrió el lunes, en Mata de Plátano de Goicoechea, donde Míurel Camacho Cantillano, de 11 años, fue degollada, presuntamente, por un vecino, quien, al parecer, estaba obsesionado con la menor.

    Kevin Solís, 4 años. 30 de julio, Puerto Escondido. Murió de un disparo.

    “No me avergüenza decir que este último horror me arrancó lágrimas. Costa Rica está enferma. Somos víctimas de una violencia sin límites, vergonzosa y encaminada contra los más débiles”, dijo ayer el presidente Abel Pacheco.

    Rogó a los legisladores que aumenten los castigos en la ley.

    El director del OIJ, Jorge Rojas, reconoció también estar alarmado por la ola de homicidios de menores. “Una parte de la sociedad se está descomponiendo y debemos unirnos. No podemos hacerlo solos”.

    Señaló como causas la desintegración familiar, deserción estudiantil y drogas.

    Kattia Vanessa González Juárez, 8 años. 7 de julio, Quesada Durán. Murió por asfixia.
    Confianza mortal

    Como en los casos de Mary Luz y Míurel, muchas veces el principal sospechoso para la policía es alguien cercano a la víctima.

    El psicólogo criminalístico, Pablo González, insiste en que la mayoría de estos homicidios “no sucede por casualidad”.

    “Es muy probable que se encuentren antecedentes de conductas parecidas entre el adulto y el menor antes del crimen. Un deseo sexual no aparece de repente”.

    En medio de la ola de homicidios, en los últimos 34 días, la Fuerza Pública ha recibido 253 denuncias de sospechas de acoso sexual contra algún hombre. “Queremos detectar el peligro que puedan representar”, manifestó el ministro de Seguridad, Rogelio Ramos.

    Info: Perfil

     


    “Es una herida abierta”

    Colaboró Róger AMORETTI

    Nadie los puede olvidar.

    Algunos extrañan sus risas, otros su forma de hablar y hay quienes aún los esperan verlos llegar cada noche como si volvieran de un largo viaje.

    A pocos meses de la violenta muerte de un hijo o un hermano, muchos rehusan aún creerlo.

    “Es una herida abierta que jamás sanará. Cada vez que matan a otro menor sufro y recuerdo a mi hijo”, exclamó ayer Édgar Pereira Hernández, padre de Nelson Eduardo Pereira Sequeira, de 17 años, a quien hirieron de un balazo en la frente la tarde del 11 de abril anterior en Dulce Nombre de La Unión de Cartago. El muchacho murió dos días después y, hasta ayer, el responsable no ha sido enjuiciado.

    “Me lo mató un sujeto al que la policía atribuye asaltos y otros delitos. Solo estuvo detenido 24 horas y lo dejaron libre porque dicen que faltan pruebas”, lamentó el dolido padre.

    Pereira, de acuerdo con testigos, se encontraba con varios amigos cuando un joven, vinculado con diversas fechorías, empezó a disparar. “Uno de sus compañeros usó a mi hijo como escudo y una bala le entró por la frente...”, recordó su padre.

    Pereira rogó ayer a las autoridades que se haga justicia y se quejó porque “desde hace muchos días no dicen nada del caso”.

    Desde enero, hasta la mañana de ayer, murieron violentamente 24 menores, la mayoría a balazos. (Ver nota aparte).

    Nelson Eduardo, soñaba con reiniciar sus estudios de secundaria y trabajaba desde muy pequeño, hombro a hombro, con su padre en labores de construcción.

    Su padre lo dice sin tapujos. “Excelente operario, bueno, sin vicios. Era el hijo más correcto, el más bueno, el más amado”.

    Sus fotografías están en el sitio más visible de la sala de su casa y don Édgar no deja de recordarlo cada día, cada noche.

    “Me hace falta. No puedo olvidarlo. Llevo una herida en el alma y nadie podrá curarla”, insiste.

    Murió otra niña

    En Pueblo Nuevo de Garabito, Puntarenas, la familia Peraza Mora sufre desde ayer otro terrible drama. Una de sus hijas, Mary Luz Peraza, de 13 años, a quien su exnovio le disparó en tres ocasiones la noche del 19 de agosto anterior, murió a las 10 a.m. de ayer en el Hospital México.

    Desde su ingreso al centro médico, los doctores habían advertido a la familia que su estado era muy delicado.

    Mary Luz parecía recuperarse poco a poco, incluso llegaron a pensar que estaría fuera de peligro, pero su estado de salud se complicó y, pese a los esfuerzos médicos, falleció en la mañana de ayer.

    Su padre, Gerardo Peraza, siempre creyó que se recuperaría y la esperaba con ansiedad en su humilde casa. “Es una chiquita buena. Ayudaba en todo a su mamá y nunca hizo nada malo”, comentó.

    En Limón, escenario de ocho de los 24 asesinatos en perjuicio de menores, la mayoría colegiales, muchos aún lloran diariamente la forzada ausencia del ser querido.

    “No quiero que ponga mi nombre pero le confieso que todavía me siento mal. Extraño a mi hijo todos los días. Era inquieto pero bueno. Me hace falta su voz, hasta los pleitillos que a veces se armaban con él”, comentó la tarde de ayer la madre de Juan José Díaz, colegial ultimado a balazos el 22 de junio en Puerto Limón.

    La mujer, vecina del barrio Atlántida, aseguró que cada vez que matan a un menor “siento un dolor en el corazón, como si mataran de nuevo a mi hijo”.

    “Espero que castiguen a los culpables. Yo creo que las mamás debemos estar más cerca de nuestros chiquitos para darles consejos y nunca dejarlos solos”, añadió.


    Emotivo adiós Cientos de personas acompañaron ayer los restos de la niña Míurel Tatatina Camacho Cantillano, de 11 años. Muchos demandaron leyes más fuertes para castigar a los asesinos de menores.

    “Nos vemos en el cielo”

    Cientos de personas, entre escolares, familiares, amigos y allegados, despidieron ayer en una emotiva ceremonia en el templo católico de El Carmen de Mata de Plátano de Goicoechea, a la niña Míurel Tatiana Camacho Cantillano, de 11 años, asesinada la mañana del lunes en su casa por un amigo de la familia.

    Sus compañeritos de quinto grado de la Escuela José Cubero Muñoz, algunos llorando, acompañaron el féretro y externaron sentidas palabras para su amiguita. “Nos vemos en el cielo”, repetían, mientras la caravana avanzaba hacia el cementerio local.

    “Estamos frente a una sociedad enferma. Hay pérdida de valores, desintegración familiar, pobreza y una terrible división entre la fe y la vida en todos los niveles”, afirmó el sacerdote Marcial Bonilla, quien ofició la misa.

    Por otra parte, el Juzgado Penal de San José dictó ayer seis meses de prisión preventiva contra el sospechoso del crimen, de apellido Hernández.

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