Miércoles 27 de agosto, 2003. San José, Costa Rica.

Pacheco-Figueres-Calderón

José María Penabad

(Prólogo: Presidente Pacheco, y expresidentes Rafael Ángel Calderón Fournier y José María Figueres Olsen. Conexión: Desarrollo de Costa Rica).

Históricamente, Costa Rica ha sido muy generosa con sus vecinos, de Norte y Sur. Es difícil entender la cesión del condominio del San Juan cuando se trazaron los límites. Y el envío de voluntarios, más allá de la frontera, para desalojar a Walker.

De igual manera que el acomplejado politiqueo parlamentario obligó a desplazar a Panamá, el distrito financiero cuyos vistosos edificios otorgan hoy perfil de gran metrópoli a la capital de la más joven república del Istmo.

Los ecologistas que no miden, por ejemplo, la contaminación mortal josefina de las paralelas avenidas 6 y 8, o sus calles de igual número, se encargaron de impedir la instalación de un oleoducto, de mar a mar, siguiendo la línea fronteriza del Sur, porque supuestamente causaría daño al contorno marino costarricense.

El productivo trasiego petrolero (aportación de alrededor de $400 millones al año y combustible barato) fue aceptado por Panamá, dentro de su territorio, unos metros distante del original trazado. Idéntico peligro ecológico para Costa Rica, pero el beneficio para los panameños.

Así somos. Como es el caso de la perforación frente a Sixaola. ¡Váyanse de aquí! Y una cuadra más al Sur, el tamborito les hace fiesta, liberando su litoral. Si existiese peligro contaminante, tan cerca, también causaría perjuicio al incómodo tico. Los provechos, desde luego, para el país del Canal.

Y regresa otra gran oportunidad, no ecológica. De alto pedestal para el desarrollo, de ahí que asuma preponderancia la decisión de don Abel, la influencia política de Calderón, con los diputados del PUSC, y la gestión de Figueres, cuyo antecedente (INTEL) lo avala sin polémica. Es el hombre que, además, por su posición en la cumbre del poder económico mundial, en Davos, domina las manijas de otra idea salvadora para el país.

El próximo mes de noviembre se decide el lugar donde se instalará ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Pugnan, para conseguir la sede, Miami, Atlanta, México, Puerto España y Panamá. Estados Unidos, derivado del peligro terrorista, es complicado para el acceso despreocupado de negociadores y externos funcionarios. México vive dentro de las dudas permanentes. Trinidad y Tobago son islas de atmósfera agobiante. Y Panamá... espera, entre otros, la ayuda, el desdén, el “q´importa a mí”, de sus amigos costarricenses.

Resumimos ALCA: 34 países, $11 mil millones en servicios y mercancía, libre empresa en primerísimo plano, 400 nuevos empleos, generación de $27 millones anuales de beneficios y 2 millones de trabajos anexos a las competencias que corresponden a la Secretaría, amén de poner en movimiento nuestro desarrollo legítimo. Vendría el mejoramiento de estructuras, alquiler o venta de grandes edificios, ahora vacíos, turismo ilimitado y divisas complementarias... En fin, una corriente de progreso.

Por Costa Rica, dejemos a un lado vanidades políticas, eso de poner envidiosas piedras en el camino para que el rival no alcance un triunfo de eco consagratorio. Por supuesto, además del PUSC, se precisa apoyo parlamentario de todos. Hora de Fuenteovejuna.

Y, por Dios, superemos el espíritu de la pobreza. Un país pobre es un pobre país.

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