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Este congo cola amarilla pasa mucho tiempo con los congos jóvenes recién liberados. Los encargados aseguran que cumple la función de “maestro”.
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Regreso
a la libertad
Decenas de antiguas mascotas vuelven a los bosques en Pilas de Canjel
El sonido de una quebrada y el del viento entre las ramas de espabeles, indios pelados y guanacastes arrullan la vida en la Reserva Biológica Bosque Escondido, en Pilas de Canjel, en Lepanto.
En este lugar –de 720 hectáreas– se desarrolla un proyecto que administra la Fundación para la Restauración de la Naturaleza destinado a la liberación de especies animales.
La bienvenida corre por cuenta de los monos aulladores, que se mecen y gritan en los árboles que rodean la casa de Miguel González Campos. Hace casi tres años, este alajuelense se llevó a toda su familia a Pilas de Canjel para encargarse de la administración de la reserva.
Este sitio natural ha tenido mucho éxito con programas de liberación de animales, y aunque no está totalmente abierto al público, es posible coordinar visitas guiadas por medio del Zooave.
Muchas loras nuca amarilla tienen problemas para acostumbrarse al bosque. Otras, como esta, se adaptan de inmediato.
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Agua y sol
Dennis López es nuestro guía por los senderos de la reserva. Al inicio del recorrido, él advierte que debemos cruzar varias veces la quebrada que atraviesa la propiedad. Pocos metros después entramos al agua... la primera de doce veces.
Un ruido fuerte llama la atención y logramos ver cariblancos y congos, en los mismos árboles pero no en los mismos grupos. Uno de los congos no parece muy contento con la visita y lanza con mucha fuerza un mango a medio comer.
“Debe ser Luis o Elkin”, dice Miguel para explicar el mal carácter del animal. Al parecer, este gruñón terminó de crecer al cuidado de los funcionarios de la reserva.
Estas señales marcan la entrada a la reserva. Aunque no está abierta al público, recibe grupos de colegiales o escolares y se pueden arreglar visitas guiadas.
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De inmediato vemos la jaula donde tres congos pequeños se preparan para unirse a la tropa. Es un encierro de al menos tres metros de alto por otros tres de ancho, donde parecen estar atrapados también los árboles y los insectos.
Más adelante, un gran árbol de mago tiene una especie de cerca alrededor. Ahí están otros seis monitos aulladores, en otra etapa del proceso.
“Vienen los grupos libres y ellos se van, pero muchas veces regresan a comer, porque todavía están pequeños. Para salir, se tiran desde las ramas altas, pero para entrar tienen que bajar al piso y subirse por la malla”, explica Miguel.
Los pavones son los animales con mayor número de especímenes liberados en la reserva Bosque Escondido.
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Más huéspedes
Mientras avanzamos por un trillo, escucho a la orilla el movimiento del zacate, como cuando lo cruza una lagartija o... “¿por aquí hay culebras?” “¡Claro!”, me responde Miguel con absoluta tranquilidad. “Cascabeles, sabaneras y de muchas otras...”.
En la reserva se mueven con total libertad monos cariblancos, saínos, loras frentiblanca y nuca amarilla, pericos catanos, trogones, cauceles y otras especies de aves, mamíferos y reptiles.
En esos grupos naturales se mezclan los animales reubicados, como los congos “Pasan varias semanas en las jaulas, para aclimatarse, luego aprenden a obtener comida y por último, se van a los árboles”, dice Miguel.
Cada cierto trecho hay nuevos trozos de bosque encerrados. Vemos los que tienen monos araña, pericos, pavones, pavas granaderas y gran cantidad de loras nuca amarilla, rescatadas de casas donde estuvieron como mascotas.
Este pequeño congo es conocido como “el chineado”. Él solo vuelve a su jaula de vez en cuando, para comer.
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Algunas de ellas nos siguen y dicen nombres aprendidos en otro tiempo, se ríen como chiquillas y arman un escándalo parecido a una conversación. “Varias veces las loras que liberamos se van para alguna casa. Nosotros les damos una segunda oportunidad y si no se acostumbran se van al Zooave”, indica Miguel.
En este sitio, en La Garita de Alajuela, se integran a la exhibición abierta al público.
Tras unos ocho kilómetros de recorrido el viaje por Pilas de Canjel termina como debe ser: con un recuerdo del bosque donde los animales vuelven a saborear la libertad.
¡A casa!
En dos años y cuatro meses, la Reserva Biológica Bosque Escondido, en Pilas de Canjel, ha liberado más de 150 animales:
50 pavones
13 monos araña
23 loras nuca amarilla
20 monos carablanca
25 pericos catanos
12 pericos cotorros
10 monos aulladores (congos)
6 pavas granaderas
En la actualidad, hay varias decenas de animales –entre aves y monos– en proceso de liberación.
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