Lunes 1 de diciembre, 2003. San José, Costa Rica.



Sin agachar la cabeza

José Luis Vega Carballo

“Sin agachar la cabeza” deben negociarse los TLCs con Estados Unidos, dijo Lula, presidente de Brasil. Lo expresó frente a Mr. Peter Allgier, viceministro comercial norteamericano, en pleno congreso brasileño.

En cambio, aquí, el Presidente, los negociadores y muchos círculos locales se agachan cuando autoridades norteamericanas les golpean la mesa, los amenazan y hasta les indican qué intereses puede Costa Rica defender en el TLC –o Cafta, por sus siglas en inglés– que negocia con ellas.

Zapote ha saltado así de la era del “abrazo” a la del “agache”.

Lo anterior ha provocado una convergencia subordinada del Gobierno frente a la contraparte norteamericana, una excesiva sumisión y la fácil aceptación de innumerables pérdidas, aún no evaluables debido al secreto impuesto a los textos acordados.

Pero ya se perfilan perdedores en sectores como los de representación de casas extranjeras, farmacia, medicina, agroquímico, agrícola, seguros, hidrocarburos, leche, aceite, arroz, porcicultura y otros más, que podrían ser igualmente sacrificados.

Frente a esas malas praxis negociadoras, la digna posición de Lula en las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) le atrajo, hace pocos días en Miami, el respaldo de una mayoría de gobiernos suramericanos e, incluso, sorpresivamente, el del zar comercial norteamericano, allí presente, Mr. Robert Zoellick.

En esa ciudad, se decidió rechazar el enlatado de Washington, que oficiosamente promovía Costa Rica, de un Alca irrestricto e invasor de áreas no comerciales. Se aceptó un Alca light, sin conversaciones ni textos secretos, sin extorsiones ni pérdidas anticipadas para sectores locales, a cambio de acceso al mercado norteamericano.

A diferencia del Cafta, cada país podrá negociar el Alca, según sus intereses, en porciones, por varias vías y sin secretismos.

Este giro del Alca hacia posiciones transparentes, mesuradas y flexibles, nos permite conversar de tu a tú con Mr. Zoellick, salirnos de bloques forzados (como el de Centroamérica), trabajar sin presiones ni chantajes y, si nos conviene, excluir temas sin temor a represalias.

Temas tales como patentes, telecomunicaciones, Internet, ambiente, trabajo, educación, salud, pensiones, seguros, banca, justicia, agua, energía, electricidad, servicios y otras.

Así se evitará cometer y lamentar los errores de México, Chile y Canadá, cuyos gobiernos negociaron TLCs extremistas con Estados Unidos, de modo semejante a como lo hace actualmente Costa Rica.

Ya no se justifica andar nivelados con otras banana republics, con secretismos, y menos acosados por Mr. Zoellick. Ni debemos ir a Washington a pedir cacao o a jugar al “pobrecito”, tras la paliza que nos dará este míster, si insistimos en negociar con él bilateralmente.

En el Alca, nadie nos castigará ni amenazará por defender dignamente instituciones e intereses nacionales, luego de que Lula le quebrara el naipe y el garrote a Mr. Zoellick, quien podrá ahora elevar al Congreso norteamericano tratados moderados y en las vías que cada país escoja.

Entonces, ¿no es mejor pensar en enterrar los enlatados de sardinas como el Cafta?

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