Lunes 22 de diciembre, 2003. San José, Costa Rica.



 

No esperes más

Magally Batista

Esta vida da muchas lecciones y, gracias a ellas, aprendemos a gozar de las cosas bellas que nos depara solo el hecho de existir, de perdonar y corregir nuestros errores.

Ahora que la Navidad y el Año Nuevo están a la vuelta de la esquina, viene a mi memoria la emoción que sentíamos, cuando era niña, al esperar las fechas festivas para estrenar “la mudada” que, con sacrificio y con todo el amor del mundo, nos compraban nuestros padres.

¿Recuerdan? Los días de espera para lucir la vestimenta parecían eternos. Luego la estrenábamos, con enorme alegría, para ir al “matiné” o al parque. Y también, claro está, para impresionar al chiquillo de la vecina por el que suspirábamos.

Un año nos parecía un siglo. Hoy, en cambio, el tiempo se nos hace corto y, a cada instante, dependemos del reloj. El año sigue teniendo los mismos 365 días, pero en un mundo diferente, donde, si uno no corre para alcanzar sus sueños, se queda atrás en el camino de la superación.

Este tiempo, que pasa “volando”, nos enseña la verdad de ese viejo y sabio refrán: “No hagas mañana lo que puedes hacer hoy”. Es importante tenerlo en cuenta para disfrutar mejor y más inteligentemente de la existencia, sin caer en los excesos, la irresponsabilidad o la mezquindad.

Esta vida pasa como una estrella fugaz. Por eso, hay que aprovecharla en el momento justo.

¿Por qué no llamar a tu mejor amigo o amiga para hablar de recuerdos comunes?

¿Por qué no estrenar el mismo día, o en el siguiente, la ropa que compramos con esfuerzo, y que tanto nos gusta?

¿Por qué no dar un beso, cuando te nace?

¿Por qué no llorar, cuando lo necesitas?

¿Por qué no halagar, cuando es merecido?

¿Por qué no hacer el mayor esfuerzo, cuando es gratificante?

¿Por qué no decir “gracias”, cuando recibes?

¿Por qué no corregir, cuando es digno?

¿Por qué no enseñar, cuando puedes?

¿Por qué no decir “perdona”, cuando debes?

¿Por qué no dar un abrazo fraterno?

¿Por qué no decir “te amo”, cuando lo sientes?

¿Por qué no retribuir, cuando te aman?

A veces, no nos damos la oportunidad de que los años nos pesen menos.

Todo es cuestión de enmendar para crecer, de aprender para avanzar, de luchar para progresar, y de amar para ser amados.

Nada cuesta, si se tiene buena disposición.

Y es que, amigos, “la vida es la vida”.

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