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Guillermo Bogantes ha dedicado sus 23 años como maestro a la enseñanza en San Rafael de Heredia, donde vive.
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Maestro cuenta historias
GuillermoBogantes dedica otro libro a San Rafael de Heredia
Ovidio MUÑOZ / Al Día
Con el oído atento y el interés puesto en los detalles, el maestro Guillermo Bogantes se ha dedicado a recoger historias, anécdotas y leyendas de San Rafael de Heredia, su pueblo natal.
Todo lo que encontró lo puso en el libro “Barraco”, que recuerda, con un lenguaje sencillo y coloquial, hechos y personajes de ese poblado florense.
“Las historias están ahí. Yo lo que hago es recogerlas y ponerlas en blanco y negro. Es importante conocer la historia del cantón, sobre todo los que no todavía han nacido”, dice el educador.
El 28 de mayo del 2004, San Rafael cumple 119 años de cantonato, por eso el libro es una manera de recordar a quienes empujaron el desarrollo del poblado.
El nombre del libro nace del mote con el que se conoce a los rafaeleños. Así lo cuenta Bogantes: “resulta que el templo no tenía torre frontal para colocar las campanas que se habían traído de Europa. Pero los rafaeleños querían oírlas, así que hicieron una torre en la parte de atrás y las pusieron”.
Cantón tenaz
El cuento termina un día de 1936, cuando un visitante las vio guindando de la torre improvisada y dijo que aquello parecía un barraco en su chiquero, es decir, un cerdo sin capar de los que se usan como padrotes.
Desde entonces, los habitantes del cantón se quedaron con el apodo, que antes les molestaba, pero ahora más bien los enorgullece, dice Bogantes, porque los define como gente tenaz.
El libro fue presentado el viernes en la Escuela Pedro María Badilla, de San Rafael, pero ya el maestro tiene entre manos otro que se publicaría el próximo año con el título “Mujeres de mi pueblo”.
En ése estarán las vidas de 70 damas del cantón, “desde una boyera de 18 años hasta una anciana de 80 que muele todos los días”, explica Bogantes.
Luego será el turno de los hombres, de los baluartes rafaeleños como él los llama, a quienes desea decirles “gracias” como más le gusta: escribiendo sus vidas.
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