Lunes 22 de diciembre, 2003. San José, Costa Rica.



 

Amargo paseo El Parque Nacional Corcovado devolvió con vida a un joven de 17 años, quien estuvo perdido durante casi dos semanas.

Milagro en Corcovado

Mónica UMAÑA D. y Mildred MARÍN, corresponsal / Al Día

Marcos Steven Martínez Herrera, de 17 años, sobrevivió 13 días perdido dentro del Parque Nacional Corcovado, comiendo bananos y tomando agua de los ríos. Fue gracias a una danta que logró salir de la montaña.

Martínez apareció el jueves anterior cerca del Río Sirenas, donde lo encontró un geólogo que acostumbra trabajar como guía de turistas en el parque nacional, y que solo fue identificado como Meyer.

El joven, vecino de Guadalupe de la Palma de Puerto Jiménez, había desaparecido desde el 6 de diciembre pasado, cuando ingresó con su tío, Elías Martínez, para sacar oro.

Tony Murillo, miembro de la Cruz Roja de Puerto Jiménez y quien participó en la búsqueda del joven, explicó que cuando lo encontraron fue llevado a un puesto del MINAE, donde le controlaron la diarrea.

De allí fue llevado al hospital de Golfito.

“Yo participé tres días en la búsqueda y era una zona terrible, con muchos animales. Es un milagro que pasara 13 días ahí dentro y saliera con vida”, comentó Murillo.

Cruzrojistas, guardaparques, oficiales de la Fuerza Pública, amigos y familiares de Marcos, rastrearon cerca de 20 kilómetros dentro de Corcovado buscando al muchacho, quien caminó más de 40 kilómetros dentro del parque.

La madre del menor, Rudy Herrera Porras, de 36 años, explicó que a pesar de que Marcos está cansado, ayer salió a visitar a su abuelita. En el poco tiempo que han tenido para conversar, el joven le ha dicho que no se explica cómo pudo sobrevivir sin comida y en medio de tantos animales.

“Yo le pedía a Dios que me lo devolviera. Tenía un instinto y nunca perdí la esperanza. Siempre sentí que estaba vivo, a pesar de que querían suspender la búsqueda”, relató la madre.

Días de angustia

Marcos pasó días angustiantes dentro del Parque Nacional Corcovado. Cuando se perdió no tenía abrigo, comida ni mucho menos algo con qué alumbrarse en medio de la montaña.

Para sobrevivir tuvo que comer muchos bananos, incluso verdes, y solo podía tomar agua de los ríos.

Cuando lo encontraron padecía un fuerte mal estomacal, deshidratación y pérdida del conocimiento. Estaba muy débil y adolorido.

Para Marcos, las noches eran eternas. No lograba dormir debido al hambre y al frío. Siempre estaba atento a los animales en los árboles, y cuando encontraba un animal comiendo le tiraba piedras para robarle las frutas.

Incluso, en una ocasión, pensó en cruzar una laguna, pero estaba llena de lagartos, y hasta temía moverse y que lo atacaran.

Según le relató Marcos a su madre, siempre rezaba y le pedía mucho a Dios, y en los momentos de desesperación lloraba.

Irónicamente, tras seguir a uno de los animales que tanto temor le causó durante días, una danta, el joven llegó hasta el lugar donde fue rescatado.

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