Sábado 27 de diciembre, 2003. San José, Costa Rica.



 

Francisco Parra se encomienda a Dios minutos antes de cada corrida. Él tiene veladoras, el pañuelo con el que bautizó a su hija, un crucifijo y la estampa de la Virgen de los Toreros. Ayer a las 11:30 a.m. habló con Al Día en Zapote.

Retador en la arena

Para el torero Francisco Parra, la tradición lo enfrenta a la muerte

Isaac LOBO / Al Día

Es una relación de amor y respeto que, en cualquier momento, se podría acabar con tan solo una cornada. El torero azteca Francisco Parra la vive cada vez que sale al ruedo.

Minutos antes de enfrentarse contra el toro, él se pone un pesado y llamativo traje, se encomienda a Dios, invoca al recuerdo de su familia, pide la protección de su santo y de la Virgen de los Toreros.

Este mexicano viajó desde su natal Querétaro para inaugurar la nueva Plaza de Toros de Zapote, el 25 de diciembre, cuando toreó a “Espartano”, una fiera de 380 kilos.

Además:

  • Datos y cuernos
  • “Siempre da miedo, es inevitable. A pesar de la experiencia, uno no sabe lo que vendrá”, asegura Parra, quien a veces desearía que su padre (qdDg) hubiese preferido ser futbolista que torero. “Así es el destino y la sangre jala. Desde pequeño tuve contacto con los toros”, añade.

    “Parrita”, como se le conoce popularmente, tendrá la oportunidad de lidiar nuevamente a un toro, mañana a las 3 p.m., así como el 1° y el 4 de enero en la nueva plaza.

    El traje, que cuesta entre $3 mil y $4 mil, es muy ajustado y solo se coloca con ayuda. En la gráfica, Marco Chavarría le echa una mano a “Parrita”.
    No es fácil

    A pesar de los años que pasó en la Escuela Taurina de México, los riesgos y los accidentes siempre ocurren. “Parrita” sufrió, en sus 12 años de carrera, cuatro cornadas que lo tuvieron al borde de la muerte.

    “El 1° de mayo de 1991, un toro me dio una cornada en el escroto, de 14 centímetros de profundidad, abriéndome la bolsa de los testículos al sacar el cuerno”, recuerda el torero, quien lo cuenta como si fuera una herida de guerra, orgulloso de ella.

    Según el mexicano, él siguió toreando porque estaba en su tierra y no quería perder la oportunidad de demostrar su valentía.

    “No me dolía y seguí toreando, y mi testarudez evitó que me hiciera estéril, pues me cubrí con mi mano y luego me pusieron una franela, para seguir en el redondel”, comenta.

    El 15 de junio de 1991, un mes después, otro toro le dio una cornada en la pantorrilla derecha, y le produjo dos heridas, una de 15 centímetros hacia arriba y una de 8 centímetros hacia abajo.

    “En marzo de 1999, otro me metió un cuerno en el vientre y me dejó expuesto el paquete intestinal”, recuerda Francisco, quien aún así quería seguir toreando.

    En Zapote, el 28 de diciembre del 2001, un toro le dio una cornada en el muslo derecho.

    A pesar de todo, el mexicano sigue viajando. Ya ha toreado en Panamá, Colombia, Chile, Perú y Estados Unidos. Lo más difícil para él es estar lejos de su familia en Navidad.

    Francisco vino invitado por el ganadero Heriberto Abarca, quien año a año proporciona los toros para las corridas y trae a toreros de alto calibre.

    La primera vez que el mexicano pisó tierra costarricense fue para las fiestas de fin de año del 2001 y ya ha toreado en Turrialba, Pérez Zeledón, San Ignacio de Acosta y Cartago. Próximamente irá a Palmares, Acosta y de nuevo a Pérez Zeledón.

    Francisco pone a disposición el correo electrónico pacoparra@hotmail.com para responder preguntas sobre el toreo y dar consejos.

    “La preparación de un torero es muy importante, ya que es como una carrera normal, con muchos más sacrificios. Los costos para comprar lo necesario para torear, por ejemplo, son muy elevados”, afirma.

    “Parrita” comenta que el toro es como un boxeador, al cual se le tiene que medir y estudiar. “Hay unos zurdos, otros son mejores de un lado que de otro, por lo cual uno debe saber interpretarlos”, comenta.

    Por ahora, “Parrita” busca el aplauso de la gente y el vivir día con día la adrenalina de enfrentar a la bestia.


    Datos y cuernos

    Traje de luces: Cuesta entre $3 mil y $4 mil, dependiendo de la cantidad de adornos. Se manda a hacer a España y su confección dura un mes.

    Espada: $1.000.

    Espada falsa: $150 y en madera $25.

    Capote: $450 (español) y $250 (mexicano).

    Muleta: $280 (española) y $200 (mexicana).

    Medias para el traje: $30.

    Zapatillas: $35.

    Capote de Paseíllo: $700.

    Montera (sombrero): Entre $350 y $800.

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