Sábado 27 de diciembre, 2003. San José, Costa Rica.



 

La celebración de los 50 años de la coronación de Isabel II, fue opacada por los escándalos. La realeza británica no ve la luz.

Año de escándalos

La familia real británica estuvo envuelta en acusaciones y chismes comprometedores

Londres/ AFP. La familia real británica volvió a verse implicada durante el año 2003 en diversos escándalos, que incluyeron acusaciones de orden sexual, revelaciones de un exempleado y fallas de los servicios de seguridad, hechos que eclipsaron los 50 años de la coronación de Isabel II o el nacimiento de una pequeña Luisa Windsor.

Para la soberana, de 77 años, el año terminó como había comenzado: con una operación de cartílago en la rodilla, esta vez la izquierda, el 12 de diciembre. El pasado 13 de enero, Isabel II había sido operada en su rodilla derecha. Los médicos aprovecharon la última intervención para extirpar una lesión “benigna” sobre una ceja.

Pero entre estas dos hospitalizaciones, fue toda la monarquía británica la que pareció enferma e incapaz de encontrar el remedio adecuado para poner fin al creciente desinterés de los británicos por esta institución.

El príncipe Carlos se encontró en el centro de sórdidas acusaciones que lo implicaban en un “incidente” de orden sexual con uno de sus exempleados.
Carlos en problemas

El heredero al trono de Inglaterra, el príncipe Carlos, se encontró, a su pesar, en el centro de sórdidas acusaciones que lo implicaban en un “incidente” de orden sexual con uno de sus exempleados.

A principios de noviembre, Carlos debió tomar la decisión sin precedentes de desmentir públicamente esos rumores por intermedio de su secretario particular. Incluso la justicia había prohibido a la prensa hablar sobre ese tema.

El responsable de esta revelación fue un exasistente personal del príncipe, Michael Fawcett, implicado él mismo en un escándalo concerniente a la reventa de obsequios oficiales. Fawcett presentó su renuncia en marzo tras una investigación interna que había revelado “graves” fallas de funcionamiento dentro del palacio de Carlos.

Otro exempleado de la familia real sumó un nuevo dolor de cabeza a los Windsor: Paul Burrell, exmayordomo de Diana, publicó en octubre un polémico libro sobre la princesa de Gales.

Burrell ya había ocupado las páginas de los periódicos a fines de 2002, al ser disculpado, gracias a una intervención in extremis de la reina Isabel, por el robo de objetos que habían pertenecido a Diana.

Esta vez, el “exconfidente” ocupó la portada de la prensa británica asegurando, por ejemplo, que Diana le había hablado sobre su temor de ser víctima de un atentado disfrazado de accidente en una carta escrita diez meses antes de morir, en agosto de 1997, al estrellarse el vehículo en el que viajaba en París.

Fallas de seguridad

El año 2003 también reveló preocupantes fallas en el sistema de seguridad de los palacios reales. Primero fue en el castillo de Windsor (oeste de Londres), donde un actor callejero disfrazado de Osama bin Laden causó sensación “invitándose” a la fiesta brindada por el príncipe Guillermo para sus 21 años.

Pero el caso más inquietante se registró en el palacio de Buckingham, donde un periodista del diario Daily Mirror logró hacerse contratar como empleado gracias a un currículum groseramente falsificado, poco antes de la visita de Estado del presidente norteamericano George W. Bush, quien se alojó precisamente en ese palacio, del 18 al 21 de noviembre pasados.

“Podría haber envenenado a la reina o al presidente norteamericano”, había explicado luego el periodista en un informe de una quincena de páginas, acompañado de fotografías de la intimidad del palacio.

Frente a esta acumulación de escándalos, las raras buenas noticias pasaron casi desapercibidas.

El 2 de junio, un año después de las fastuosas celebraciones del Jubileo que marcó su medio siglo de reinado, la reina Isabel festejó con mayor discreción los 50 años de su coronación durante una ceremonia en la Abadía de Westminster. Cinco meses más tarde, el 8 de noviembre, nacía el primer vástago de Sofía Rhys-Jones y el príncipe Eduardo, hijo menor de la soberana.

Pero el nacimiento de Luisa Alicia Isabel María Mountbatten-Windsor, que habría podido ser el acontecimiento real del año que termina, quedó relegado a un segundo plano mediático por el escándalo que afectó a su tío Carlos.

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