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Compañera
Camilo Rodríguez
Jiménez Deredia es el único escultor no europeo que tiene una obra en El Vaticano. Su obra, conocida en todo el mundo, rescata la esfera de piedra, símbolo de la identidad costarricense.
Ahora, Jiménez Deredia también nos entusiasma con la colocación de la escultura “Imagen cósmica”, de 7 metros de altura y 80 toneladas, que trajo de Italia en cinco contenedores y cuyo traslado desde Limón requirió de un inusitado operativo de tránsito. Con esta obra se inauguró el jardín de esculturas del Museo de Arte Costarricense.
Sin embargo, lo anterior es preámbulo para hablar de su esposa, Guiselle Zamora Barrientos.
Durante 12 días, Jiménez trabajó con decenas de personas en el montaje de la escultura, y a su lado siempre está su esposa. Llueva o truene, con calor o con frío, está ahí, sentada en las gradas del jardín.
Incluso tuvo que visitar a un médico. El especialista le preguntó si trabajaba en construcción, pues tiene la garganta invadida por partículas de polvo blanco. Son los residuos del mármol de la escultura de su marido.
También le lleva la agenda, y está pendiente de todos los detalles. Por ejemplo, andaba inquieta porque su esposo ya tenía manchadas todas sus camisas negras, y como él solo usa ropa de ese color, era de urgente solución.
También he escuchado que más de una vez, mientras él esculpe, ella está a su lado leyéndole algún libro importante.
Fue Guiselle quien rompió, junto al escultor, los boletos de regreso cuando decidieron quedarse en Italia, hace 27 años, en el momento en que acabó una beca de 7 meses que recibió siendo un joven profesor del Colegio Castella.
Es una mujer comprometida. Quizás lo supo desde la primera vez que salió con el entonces veinteañero Jorge, pues en su primera cita no la llevó al cine, ni al teatro, ni a bailar. La llevó al Museo Nacional, a conocer las esferas de piedra. Ella demuestra que una buena compañera siempre es como un tesoro que camina.
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