|
Rina Vega no era la típica niña que jugaba con muñecas. Lo suyo eran los juegos al aire libre y compartir con otros pequeños.
|
Guiada por el destino
Rina Vega canta desde niña. La intérprete de Calle 8 podría grabar un disco como solista
Gabriela SOLANO / Al Día
En la memoria de la cantante Rina Vega, de Calle 8, siguen frescos los recuerdos de infancia, como cuando cantaba al lado de don Humberto, su padre, un conocido vendedor de carne del barrio Rosario, en Granada, Nicaragua.
Desde entonces, el destino parecía dibujar la líneas de su vida artística.
Ahora está tranquila, feliz. Le sonríe la buena fortuna, planea grabar un disco como solista y afirma que lo único que le falta es hallar el amor verdadero.
La etapa actual contrasta con algunas anteriores, como aquella en la cual debió dejar sus estudios secundarios, trabajar de vendedora en una tienda y hasta de empleada doméstica.
Niña coqueta
Desde niña fue coqueta. Su madre, María Auxiliadora Rodríguez, le cuenta que siempre andaba bien arregladita.
Era una alumna de promedio regular, pero la primera en levantar la mano cuando se trataba de aparecer en un escenario. El gusanillo artístico la perseguía. Pero cuenta que de pequeña pensó en ser periodista.
Antes de llegar a la adolescencia la comodidad del hogar fue interrumpida por la separación de sus padres. Eso obligó a los hermanos a tomar rumbos distintos. Durante un tiempo, Rina se quedó con su progenitor, pero más tarde regresó con su mamá.
Fue una mala noticia la que la trajo al país. “Tenía 16 años y el colegio donde estudiaba cumplía tres meses de estar en huelga. No estaba haciendo nada y mi hermana –Claudia Tenorio–, que trabajaba en Costa Rica, me dijo que me viniera con ella”. Este sería el inicio de una nueva vida.
Tomó el bus desde su barrio hasta la frontera. Luego, como hacen tantos compatriotas suyos, cruzó por el monte.
“Me quedaba con mi hermana, que vivía con una familia, pero como es normal, al poco tiempo comencé a ver caras”.
“Me fuí a trabajar de niñera a Guadalupe, y a los tres meses pasé para la casa de una tía de mi patrona”.
El siguiente paso la llevó a desempeñarse como vendedora de zapatos en una tienda. En principio, el empleo era sólo durante diciembre, pero la contrataron.
La música ganó
La idea de ahorrar la llevó a ayudarle a una tía suya que era salonera cuando salía de la zapatería.
Un día, cuando apareció un guitarrista improvisado, ella decidió complacer al dueño del local interpretándole algunos temas de la entonces popular Miriam Hernández.
Una vez más el destino le indicaba el rumbo. El músico era parte del Grupo de Wallace, al cual Rina se integró al poco tiempo.
Entre risas recuerda que el único requisito que debía cumplir era usar zapatos de tacón muy alto, para no desentonar con la estatura de Wallace.
Habían pasado dos años desde que dejó su tierra y la mayor parte de su familia ya estaba en Costa Rica.
Las presentaciones continuaron, y también su tarea en la zapatería. Pero la doble jornada le ocasionó problemas de cansancio, al punto de quedarse dormida en la bodega de la tienda. Entonces su mamá tomó cartas en el asunto y la obligó a decidirse: la música fue la ganadora.
Con Wallace estuvo cinco años, luego pasó al grupo Champán y en 1997 se unió a un nuevo proyecto llamado Los Sobrinos de la Calle 8, que luego sería solo Calle 8, y en el cual es protagonista.
De cerquita
Rina dice estar sola y en busca de compromiso. Durante ocho años fue pareja de Marvin Mora, a quien conoció en el Grupo de Wallace, pero terminaron su relación hace tres años.
Uno de sus grandes ahnelos –añade– es ser esposa y madre. Sin embargo, ahora vive con la duda sobre si el próximo elegido será el indicado.
“Hay hombres que te tratan bien al principio pero cambian más adelante. Después de mi relación anterior quedé algo desconfiada”, cuenta.
Sus planes para el futuro cambiaron tras una visita a Nueva York. Quedó tan prendada de su ambiente que le gustaría probar suerte por allá. Y para lograrlo espera estudiar inglés muy pronto.
También le gustaría grabar un disco como solista, quizá de baladas. Recientemente cumplió otro de sus sueños: tener una casa propia, donde vive con su mamá y su hermano menor.
|