Miércoles 30 de julio, 2003. San José, Costa Rica.

“Que se nos aleje la violencia”

Mercedes AGÜERO ROJAS / Al Día

Cambronero. 3:20 p.m. Los rayos del sol bajaron su intensidad, pero el pavimento todavía está caliente. El calor traspasa los zapatos y parece increíble ver pies descalzos sobre la carretera. Sin duda, la fe que los mueve supera el dolor.

Los primeros en asomar son los pies de Carlos Enrique Bustos, de 55 años. Es uno de los coordinadores del grupo de 25 santacruceños que el 25 de julio emprendieron su peregrinaje a Cartago. Aunque cada uno lleva un motivo especial, el grupo lleva un solo ruego: que La Negrita aleje la violencia de los hogares costarricenses. Es un ruego por todo el país y como testigo llevan varias banderas de Costa Rica.

“Empecé esta tradición en 1987, luego de que la Virgencita desapareciera una pelota que mi hijo tenía en la boca del estómago”, comentó Bustos.

Además:

  • De Cartago a Tilarán
  • “Por mi esposo”
  • “Necesito fuerzas”
  • Tras cumplir su promesa, don Carlos se dedica a organizar, junto a otros vecinos la visita a La Negrita.

    En esta oportunidad, algunos de sus compañeros tienen problemas de alcoholismo y drogadicción, por eso cada paso bajo el sol y la lluvia es una súplica a la Virgen para que desaparezca esos vicios de sus vidas.

    En la caminata participan, en su mayoría, jóvenes, pero también los acompañan dos niños y varios adultos. El grupo es custodiado por un oficial de tránsito y un carro de la Cruz Roja que está presto a cualquier emergencia.

    Al igual que estos guanacastecos decenas de costarricenses en diversas partes del país, tejen, a paso lento pero con mucha fe, la tradicional romería a Cartago.


    De Cartago a Tilarán

    Felipe Hernández es vecino de Agua Caliente de Cartago. Su amor por la Virgen lo motivó a trasladarse hasta Tilarán y desde allá emprender la caminata hasta la Basílica.

    Ayer, a eso de las 4 p.m. estaba a pocos metros del cruce de San Ramón, en su tercera romería desde tierras guanacastecas. “Prefiero no revelar el favor, pero estoy muy agradecido con la Virgencita”, dijo. Hernández camina con un grupo de 30 vecinos de Tilarán que cumplen en esta oportunidad el peregrinaje número 21. “No voy a pagar una promesa, sino a pedirle a la Virgencita por tanto maltrato contra los niños, drogadicción y tanta cosa fea que se ve en estos tiempos”, comentó doña Alicia Bastos.


    “Por mi esposo”

    Sentados a una orilla de la carretera mientras suben Ochomogo, Gertrudris de Moreno y Eduardo Moreno, toman un aire para continuar. Aprovecha para recordar el ayer y, una vez más, dar gracias a la Virgencita. “Hace un año, los médicos le daban tres meses de vida a mi esposo y mire donde va”, comenta doña Gertrudis. Un cáncer de próstata tenía doblegado a su marido. Los pronósticos eran reservados. Ayer estos vecinos de Pavas no tuvieron reparo en dar su testimonio y una vez más darle gracias a Dios y a La Negrita por el favor concedido.


    “Necesito fuerzas”

    Recostado en el ala norte de la Basílica, Jorge Antonio Quesada, descansa y medita. Nueve días y medio le costó trasladarse desde las parcelas de Manzanillo en Limón hasta Cartago. “Ya cumplí y ahora voy a emprender el regreso”, comenta. Un conjunto de “desgracias o rachas” han tocado a su puerta y siente que no da más. Su esposa murió en noviembre de un efisema pulmonar, su hijo mayor se ahogó en febrero de este año en el río Sixaola. Y hace 15 días un accidente con una motocierra le cortó tres dedos de su mano derecha.

    “Vine a pedirle a la Virgencita me aleje esta racha. Necesito fuerzas para criar a mis hijos”, comentó el agricultor, de 48 años.

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