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Pruebas
Entre el 1 y el 18 de setiembre del 2001, los días anteriores al secuestro, y durante el cautivero, el teléfono en poder de Aguilar presentó más de 800 llamadas, un movimiento “excepcional”.
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Sospechosos negocian abreviados
Rodolfo MARTIN / Al Día
Cinco de las 10 personas acusadas por el secuestro de dos mujeres y de dos niños el 7 de setiembre del 2001, en Rohrmoser ,pidieron procesos abreviados, trascendió en medios judiciales.
La oferta surgió hace dos semanas en la audiencia preliminar, a cargo del juez de Pavas, Roy Badilla.
Los encartados son de apellidos Aguilar,
Arellano, Arias y las mujeres Sánchez y Valverde.
Todos impulsan ser condenados a una pena de seis años y ocho meses.
Antes deben aceptar los cargos y admitir arrepentimiento.
Otro acusado, de apellido Barboza, pidió el abreviado, pero la fiscalía se lo rechazó.
Los demás van a juicio porque aseguran ser inocentes.
El plan
La idea del plagio fue de Pérez, por su cercanía con el empresario Bill Guillén Álvarez, según la Unidad de Secuestro del Ministerio Público.
Éste le habría transmitido el plan a Barboza,Vargas y Villalobos, quien está en fuga.
Todos aceptaron, aunque creyeron necesitar más apoyo, por lo que Vargas buscó a Solano, Arias, Aguilar y González. Éste murió el 18 de enero del 2002 en un accidente en Santa Ana.
Aguilar llamó a Arellano y Pérez a la joven Rojas, vecina de Alajuela, quien, aparentemente, prestó su casa, como el primer centro de cautiverio. También habría cumplido funciones de custodia.
El “levante”
La acusación, redactada por los fiscales Paula Guido y Willie Escalante, establece que el 7 de setiembre del 2001, el día del secuestro o levante” –como le denominan los delincuentes a esta acción delictiva–, Pérez viajó a la casa de Rojas, mientras que, en dos carros distintos, Aguilar, Arias, Arellano, Barboza, Solano, Vargas, Villalobos y González lo hicieron a la vía que comunica la casa Guillén, en Rohrmoser, con el kínder Girasol, al cual iba su hijo Bill Guillén Díaz.
Unos 50 metros antes, Aguilar, Arias, Arellano, Barboza, Solano y Vargas, interceptaron el auto del menor Guillén Díaz, quien era acompañado por su madre, Marla Díaz, su primo Diego Escalante y la empleada Yorleny Cajina, según la policía.
Al mismo tiempo, Villalobos y González custodiaban la zona, según los fiscales Guido y Escalante.
Las víctimas fueron interceptadas y trasladadas a la casa de Rojas, en dos carros donde, al parecer, viajaban Arias, Aguilar, Arellano y Barboza
A Solano se le atribuye haberse llevado el carro de la víctima para dejarlo abandonado cerca de la embajada de los Estados Unidos.
Horas iniciales
Las víctimas llegaron al primer cautivero en barrio San José de Alajuela, a las 8:00 a.m. donde estaban los acusados Rojas, Pérez, Arellano, Aguilar, Arias, Vargas, Chavarría, Barboza, González y Villalobos. Ahí, supuestamente, se distribuyeron las tareas de custodia y de negociación.
Las primeras vigilancias las hcieron Arellano, Vargas y la anfitriona Rojas, mientras que Pérez, Aguilar, Barboza y Villalobos, se encargaron de las primeras llamadas al empresario Guillén. Le exigían $2 millones de recompensa.
El traslado
Pérez buscó un rápido pago pero, al fallar, y por temor a ser descubierto, ordenó trasladar a las víctimas a un nuevo cautiverio.
Fueron a una cabaña que Barboza habría alquilado en Birrí de Heredia, según la policía.
A lo largo de los días, los secuestrados fueron custodiados, en forma alterna, por Arellano, Arias, Aguilar, Solano, Barboza y González.
Pérez y Villalobos, al parecer, atendían la negociación. Vargas y Rojas, presuntamente, enteraban al grupo sobre la información que manejaba la prensa.
Una vez más y para evitar sospechas, Aguilar contactó, el 12 de setiembre, a la joven Valverde y ella a Sánchez, para que llegaran a la cabaña y se dejaran ver por los vecinos. Ambas, aparecieron al día siguiente.
Incluso, a Valverde se le atribuye haberle prestado su auto a Aguilar.
Las primeras informes sobre movimientos sospechosos surgieron el 16 de setiembre.
La policía cayó en el lugar la noche siguiente y detuvo a Aguilar y Barboza cuando salían de la cabaña. A Solano en los jardines y a Arellano y Sánchez dentro de la casa con las víctimas.
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