Martes 4 de noviembre, 2003. San José, Costa Rica.


Alberto Aguilar, hermano de Eliécer, asesinado el domingo por la tarde, explicó que pasan por momentos muy difíciles, pues no pueden explicarse las razones de este homicidio. Manuel VEGA / Al Día

Familia consternada por asesinato

Erick CARVAJAL MORA / Al Día

La familia de Eliécer Aguilar Montoya, asesinado anteayer en la tarde en su casa, en el cruce de Desamparados y Río Azul, no entienden qué motivó al presunto homicida para descargar cuatro disparos y terminar con la vida de su familiar.

Ayer, el Juzgado de Turno Extraordinario dictó tres meses de prisión preventiva contra un hombre de apellido Cascante, por el delito de homicidio simple en perjuicio de Eliécer. Además, la causa pasó a investigación a la Fiscalía de Desamparados.

Alberto Aguilar, hermano de la víctima y dueño de un abastecedor a la par de la casa de Eliécer, lo describe como una persona honesta, trabajadora y muy cariñosa.

“Desde hace muchos años se dedicaba a la soldadura y vivía con uno de sus hijos. Gustaba de sentarse frente a su casa a conversar con los vecinos y era muy cariñoso con los niños”, dijo Alberto.

Ayer en horas de la mañana, el dolor se percibía en la casa de Eliécer. “Vivimos aquí desde hace como 35 años y nunca hemos tenido problemas con nadie, no sé qué pudo haber sucedido”, comentó Alberto.

Carolina Méndez, sobrina de Eliécer, comentó que el domingo en la mañana llegó a su casa a desayunar.

“Siempre me visitaba, le gustaba la comida que le preparaba y quería mucho a mis hijos, era muy servicial”.

Eliécer Aguilar Montoya, de 54 años, se dedicaba a hacer portones y todo tipo de estructuras por medio de la soldadura.

También le gustaba la agricultura, incluso había sembrado unas matas de culantro en un pequeño jardín al frente de su casa.

Olman Rosales, vecino de Aguilar, dijo que toda la comunidad está consternada por lo sucedido, pues ese es un lugar tranquilo. “Don Eliécer era un hombre que gustaba de ayudar a los demás, realmente no merecía morir de esa forma”, indicó.

Pasos del asesino

Varios testigos describieron el suceso como impresionante: parecía una escena del Viejo Oeste.

Rosales explicó que casi asesinan a su hijo Henry, quien se encontraba en ese momento en la caseta de buses, contra la cual chocó el joven Cascante.

El auto en el que viajaba se estrelló contra la caseta y quedó al frente de la casa de la víctima.

Cascante bajó del auto, un poco aturdido, saco su arma y empezó a disparar. Se dirigió a la caseta, amenazó a Henry, después volvió a la calle y siguió disparando.

Algunos vecinos ya habían llamado a la policía, incluso Rosales, recordó que hizo una primera llamada y cinco minutos después volvió a llamar.

En esos instantes, Aguilar, quien estaba al frente de su casa, entró a la vivienda, pero dejó la puerta abierta.

Su hermano Alberto, quien se encontraba en el abastecedor, cerró las puertas y protegió a las personas que se encontraban adentro en ese momento. “Quién sabe que hubiera pasada si entra aquí”, explicó.

Cascante seguía en la calle disparando y regresó a la caseta a amenazar a otra persona que estaba allí en ese momento.

“Incluso le dio tiempo de volver a cargar el arma, pues las balas ya se le habían acabado”, explicó Rosales, quien temía por la vida de su hijo.

Después, Cascante entró a la vivienda de Aguilar, y se escucharon los disparos. Salió corriendo y a los 400 metros fue detenido por la Fuerza Pública.

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