Martes 4 de noviembre, 2003. San José, Costa Rica.


Orlando Salazar Castro, de 59 años, vivía en Plan Carrizal de Alajuela y tenía muchos años de laborar como taxista. Griselda SANABRIA / Al Día

Otro asesinato de taxista

Familiares de otros taxistas muertos no superan la tragedia

Griselda SANABRIA, corresponsal y Gilda GONZÁLEZ / Al Día
Colaboró Róger AMORETTY, corresponsal en Limón

El asesinato del taxista alajuelense Orlando Salazar Castro, de 59 años, ocurrido antenoche en La Guácima de Alajuela, alargó la lista de crímenes a taxistas en el país, quienes siguen siendo blanco perfecto de la delincuencia.

Salazar fue interceptado por desconocidos, el domingo a las 11:15 p.m., cuando transitaba por el sector de Rincón Herrera, en la Guácima de Alajuela.

Salazar, vecino de Carrizal de Alajuela, conducía el taxi placa TA 369, de la cooperativa COOTAXA.

Además:

  • “Muy doloroso”
  • Le arrebataron a su hijo
  • “Nuestra vida es otra”
  • Al parecer, un hombre que abordó el taxi fue quien lo asesinó. Esta persona cortó el cable del radio de comunicación del vehículo, por lo que el taxista no tuvo oportunidad de pedir ayuda.

    El vehículo y el conductor fueron llevados cerca del plantel de autobuses de La Guácima, donde el homicida le disparó a Salazar, quien fue herido mortalmente y abandonado.

    Varios vecinos, quienes no quisieron brindar sus nombres, aseguraron que oyeron tres disparos y vieron alejarse al taxi.

    El vehículo fue dejado abandonado a unos 300 metros del sitio del crimen, donde, según testigos, el presunto homicida abordó un vehículo gris.

    Según informes del OIJ, a Salazar no le robaron nada.

    Familiares de otros tres taxistas asesinados este año hablaron ayer con Al Día y, además de mostrar su solidaridad por la familia de Salazar, coincidieron en que los crímenes de sus seres queridos les cambiaron la vida para siempre (ver notas aparte).

    Los archivos de Al Día registran siete casos de taxistas asesinados en todo el país, en lo que va del año. Un agente policial dijo que cerca de 10 se han salvado de la muerte, solo en San José, durante este año. Carmen María Salazar, esposa del taxista Salazar Castro, dijo ayer entre lágrimas que “Lo más triste es cómo murió mi esposo, cómo me lo mataron”.

    Salazar presentaba un impacto de bala detrás de la oreja derecha. El OIJ no tenía ayer detalles en torno a las circunstancias en que ocurrió el hecho.

    El encargado de la central de radio de COOTAXA, Juan Carlos Ramírez, contó que Salazar tenía 22 días de manejar ese taxi, propiedad de Alexis Barboza.

    “Por mucho tiempo ‘Ballena’, como lo conocíamos en el gremio, fue chofer fijo, luego estuvo un tiempo haciendo días y hace tres semanas regresó”.

    Final Injusto

    Familiares, amigos y hasta clientes de Orlando Salazar lo describen como un hombre bueno, incapaz de ofender a otra persona y muy preocupado por el bienestar de su familia, por lo que consideran que no merecía “ese doloroso final”.

    Doña María del Carmen contó que tenían 38 años de casados.

    “Papá era un hombre bueno, no discutía ni con mamá” dijo Johnny, uno de los hijos de la víctima, entre triste y enojado por lo ocurrido a su padre.

    Doña Carmen recordó que el domingo fueron juntos a misa y luego su esposo fue al estadio, porque era un gran seguidor de la Liga Deportiva Alajuelense.

    “A eso de la 1:30 p.m. llegó a almorzar y se fue para Alajuela a recibir el taxi. No lo vi más hasta que me avisaron de su muerte” agregó la viuda.

    Este caso consternó al gremio de taxistas alajuelenses.

    “Aquí no es como en Limón, San José o Puntarenas, donde a cada rato hieren y matan a taxistas. Nosotros en Alajuela sufrimos algunos robos y asaltos, pero por lo general salimos ilesos” relató un taxista, que llegó a dar el pésame a la familia doliente.

    Ayer, en la tarde, el cuerpo de Salazar fue llevado en caravana de taxistas desde Barrio La Agonía en la ciudad de Alajuela hasta su casa en el Plan de Carrizal.


    “Muy doloroso”

    La esposa del taxista limonense Will Heber Grant Medina, de 22 años, asesinado el 25 de setiembre pasado, dijo ayer que el dolor por lo ocurrido a su pareja es interminable.

    Sin querer dar su nombre por miedo a represalias, esta mujer afirmó estar muy deprimida, al igual que su hijo de 4 años, quien a diario pregunta por su padre.

    “Lo tuve que llevar adonde un psicólogo para que lo atendiera. Es muy doloroso, porque lo pasa llamando siempre”.

    Grant fue baleado en la cabeza cuando estaba a solo 600 metros de su vivienda, en barrio Roosevelt. Murió en forma instantánea.

    “Ahora tengo que actuar como padre y madre... Espero que se haga justicia con su muerte y le den un buen castigo al hombre que está preso. Mi esposo era un buen muchacho, muy bueno...”

    Un hombre, de apellido Rugama, fue capturado como principal sospechoso del asesinato.

    Esta captura tranquilizó a la viuda, porque al menos “el responsable pagará por lo que hizo y el caso no quedó impune”.

    Según contó, desde lo ocurrido, su pequeño hijo comenzó a comportarse con mucha rebeldía y eso le ha dificultado la convivencia.


    Juan Jorge Godínez, de 69 años, añora a su hijo Hubert, quien fue asesinado el 13 de agosto pasado.

    Le arrebataron a su hijo

    “Me mataron a mi amigo, a mi hijo, a mi compañero, a mi todo... Me cortaron mi vida, mi alegría...”.

    A sus 69 años, don Juan Jorge Godínez se quedó sin su hijo el 13 de agosto pasado.

    Los delincuentes le arrancaron, y para siempre, a Húbert Godínez Guzmán, de 39 años, el único de sus seis hijos que se quedó viviendo a su lado.

    A Húbert, quien hacía labores de taxi informal, lo mataron de seis balazos en el barrio Santa Rosa, de Paso Ancho.

    Hasta el momento, la policía no cuenta con ningún sospechoso de lo ocurrido.

    “Todo ha sido muy duro... Cada paso que doy dentro y fuera de la casa. me encuentro sus cosas. No sé por qué lo atacaron así de tantos disparos. Tengo la esperanza de que Dios se encargue de hacer justicia y de castigar a quienes lo hicieron. Yo no puedo hacer nada”, señaló don Juan Jorge ayer, sin poder evitar derramar una vez más sus lágrimas.

    Hubert Godínez

    Este adolorido padre le dice a otras familias que como él han pasado por la misma situación, que dejen todo en manos de Dios.

    “Hoy (ayer) escuché la noticia del homicidio de este taxista y todo se me viene a la mente. Es dolor que vivirá conmigo siempre”.

     

     

     


    Zoila Tenorio y su hijo Jordan lloran aún la muerte de su esposo y padre, el taxista Miguel Durán. Manuel VEGA / Al Día

    “Nuestra vida es otra”

    La vida de doña Zoila Tenorio y de sus tres hijos dejó de ser la misma el 16 de julio anterior, cuando desconocidos mataron a su esposo, el taxista Miguel Durán Arias, de 50 años.

    Al igual que muchos casos en el país, las autoridades no han determinado quién o quienes fueron los responsables.

    “Vivimos extrañándolo, no es lo mismo. Era quien traía nuestro sustento. Ahora vivimos con ¢10 mil por semana que aporta mi hijo mayor. Yo vendo helados y hago rifas para ayudarme, pero todo es muy difícil”, narró ayer en su casa en Guararí de Heredia.

    Ahí vive con sus hijos de 25, 19 y 7 años.

    El último, de nombre Jordan, ha tenido que recibir atención psicológica en la escuela para tratar de superar la ausencia de su padre.

    Miguel Durán

    “El cambio es muy grande, mi hijo de 19 años se ha hecho muy rebelde y el menor solo dibuja a su padre con dos maleantes al lado cuando lo van a matar”, dijo llorando.

    La noticia del homicidio del taxista ayer le recordó de nuevo las amargas escenas de su esposo.

    “Quisiera hablarles a esas personas y gritar y gritar... no sé, apoyarlos en su dolor porque nosotros sufrimos mucho, que sepan que hay otros a los que no conocen que estamos de su lado”.

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