Sábado 8 de noviembre, 2003. San José, Costa Rica.



El martirio del peatón

Rodolfo M. Santos Lara

Todos los costarricenses somos alguna vez peatones. Razón para que reclamemos a las autoridades competentes las facilidades mínimas en nuestros recorridos por las vías capitalinas. Pero no ocurre así y es tiempo de poner el grito en el cielo.

A las aceras angostas, desniveladas y rotas se unen otras molestias. Tal es el caso de las ventas callejeras, algunas hasta en las esquinas de acceso al cruzar las calles o avenidas, billeteros con mesas y parasoles enormes, y mendigos o borrachos estirados a todo lo largo del paso peatonal.

Se nos dirá que los comerciantes y billeteros tienen derecho a ganarse la vida, y los mendigos a solicitar auxilios que alivien sus necesidades, pero todos también lo tenemos a movilizarnos por las aceras josefinas sin obstáculos. Primero, porque la solución única no es suprimir, sino regular. Y segundo, porque el irrestricto tránsito por ellas es el destino exclusivo de las aceras en toda ciudad civilizada.

Devolver las aceras a los peatones, y facilitar a pequeños comerciantes y mendigos un espacio para ganarse la vida o gestionar la ajena solidaridad, no son obligaciones excluyentes. Pero, mientras tanto, los peatones capitalinos siguen abandonados a su suerte.

Mayores son aún los peligros cuando se abandona una acera para tomar otra. Los semáforos peatonales en la capital se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos. Casi todos están orientados a facilitar el tránsito vehicular en menoscabo de los transeúntes.

Recorra, amigo lector, un tramo cualquiera de la Avenida Central y terminará con tortícolis por torcer el cuello para distinguir la luz del semáforo desde la punta de la acera. Pero no se confíe. Uno de los carros que dobla, podría aplastarlo al pretender cruzar la vía.

El retorno del tranvía, los buses articulados, las terminales en la periferia de la capital, para que hasta allí lleguen los buses y en esas instalaciones colocar a los vendedores callejeros, y rotar, según el número de las placas, el acceso de los autos privados al centro capitalino son, entre otras anunciadas o posibles, las soluciones al martirio de los peatones en San José.

¿Llegarán algunas en esta Administración? No es probable. El libre tránsito por las aceras y calles parece distante. Y muchos moriremos sin verlo.

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