Lunes 24 de noviembre, 2003. San José, Costa Rica.



Riqueza y ahorro

Gloria Bejarano

De acuerdo con un estudio de la Federación de Consumidores, los hispanoamericanos en Estados Unidos tienen menos riqueza que otros grupos de población.

El estudio plantea algunas explicaciones a esta diferencia: por ejemplo, los latinos planifican menos el futuro que los estadounidenses, y tienden a gastar más todos sus ingresos que otros ciudadanos, en una proporción de 19 a 11 por ciento.

Solo un 44 por ciento de los latinos gasta menos de lo que gana, mientras que la cifra aumenta a 59 por ciento entre los estadounidenses. Y, como es de esperar, el estudio concluye que los hispanos ahorran mucho menos que el resto de los ciudadanos. Un 22 por ciento de norteamericanos dice no ahorrar. Entre los latinos, esa cifra se eleva a 34 por ciento de personas que viven al día sin prever el futuro.

El estudio señala otras causas que pueden influir en esta situación de desventaja a la hora de acumular riqueza, pero creo que en el fondo hay un problema de orden cultural. Los latinoamericanos no tenemos una cultura de ahorro. Se gasta más de lo que se tiene y, en el peor de los casos, se vive de “a prestado”, con la esperanza de pegar la lotería para salir de enredos.

Si a esto sumamos la facilidad con que podemos adquirir bienes mediante las tarjetas de crédito, las probabilidades de endeudamiento crecen en forma alarmante.

Costa Rica no es la excepción: debemos más de lo que tenemos, y vivimos permanentemente endeudados.

Establecer las bases del ahorro familiar y transmitir ese hábito a las nuevas generaciones es un reto que debemos enfrentar como país y como personas. El ahorro, además de garantizar una mayor tranquilidad y seguridad a la familia, le permite al país generar mayor riqueza y, por tanto, una mejor calidad de vida para todos.

Los costarricenses nos preparamos para recibir el aguinaldo y, sin temor a equivocarme, en muchos casos ya está empeñado. Tratar de fomentar el ahorro en esta época parece una locura, pero es el momento en que las familias tienen en sus manos dinero para acrecentar el patrimonio familiar.

Si pudiéramos crear conciencia sobre las ventajas de no gastar más de lo que se tiene, estaríamos ayudando a mejorar nuestra economía y a garantizar una mayor tranquilidad para nuestras familias en los primeros meses del 2004.

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