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La casa del comandante sandinista Tomás Borge Martínez está rodeada por un muro. La residencia, ubicada en el barrio Bellohorizonte, en Managua, según Borge, abarca un terreno con una extensión superior a una manzana, él piensa construir allí una universidad.
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De guerrilleros a empresarios
El poder de los comandantes en Nicaragua
José MELÉNDEZ, enviado / Al Día
Managua - Una contagiosa canción
que invadió los campamentos de la guerrilla sandinista
en la década de 1970, relata la historia de una
mujer que, muy humildemente, va a lavar y planchar la
ropa que goza la mujer hermosa “del terrateniente” en
algún lugar de Nicaragua.
Plagada de una intensa carga social de choque con la oligarquía que, durante casi medio siglo, sostuvo a la dictadura de la familia Somoza, hasta su caída en 1979, la tonada exaltó el principio sandinista de humildad y de compromiso con los marginados de Nicaragua.
Pero transcurridos 24 años del ascenso del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al poder, y 13 de su desalojo por la vía electoral, una pregunta suena y resuena en el panorama político local: ¿son millonarios y terratenientes los comandantes sandinistas que, harapientos, entraron triunfantes a Managua el 20 de julio de 1979, tras la huida de Anastasio Somoza Debayle?
“Cometimos errores”, admite el Comandante Tomás Borge, único sobreviviente de los fundadores del FSLN. “El poder producto de la lucha armada, cuando los dirigentes somos jóvenes, embriaga, y nosotros no fuimos extraños a esa circunstancia”, afirma Borge.
Uno de los errores del FSLN fue “ la arrogancia en la que caímos”, reconoce Borge en una entrevista con Al Día (Ver: “El poder embriaga)
Al respecto, Mónica Baltodano, a quien el FSLN otorgó en 1979 el rango de “Comandante guerrillera”, afirma que los “actos de corrupción” en la cúpula sandinista “han afectado muchísimo la autoridad moral y política del Frente”.
Entrevistada por este diario, Baltodano aduce que “no puedo decirlo con exactitud” que los jerarcas del FSLN sean millonarios. “Son señalados constantemente de una vida bastante controversial”, subraya, al advertir que prefiere “no personalizar ni dar nombres”.
“Pero en el caso de uno de ellos, se ha presentado como un millonario y se ufana de ser un nuevo millonario. No es cosa que uno diga, sino es algo que ellos se han encargado de decirlo”.
Polémica
Baltodano, quien habló con Al Día la mañana del 12 de noviembre a las 10:00, en sus oficinas de la fundación Popol-Na, del barrio Bolonia, de Managua, es ahora una connotada disidente del sandinismo. “Muchos se salen del Frente porque están muy molestos” con la cúpula, relata.
El tema del enriquecimiento de la cúpúla sandinista emergió en 1990. Luego de la derrota electoral sufrida el 25 de febrero de ese año por el entonces presidente Daniel Ortega, candidato del FSLN, ante Violeta Barrios de Chamorro, el régimen sandinista entregó tierras, mansiones, empresas y otros bienes a sus seguidores.
El asunto resurgió en octubre pasado, con el libro “La Revolución Perdida”, escrito por el poeta nicaragüense (y sandinista) Ernesto Cardenal. La cúpula del FSLN se enriqueció, asegura Cardenal.
La plataforma de la masiva entrega fue el paquete de propiedades confiscadas por la Revolución Sandinista a la familia Somoza y a personas y empresas vinculadas a la dictadura somocista.
Fue así como en los 60 días del periodo de transición entre la derrota en comicios y el traspaso de poderes--25 de abril--, los sandinistas emitieron decretos para cobijar legalmente la distribución de esos bienes.
Pero el caso, conocido como “La Piñata Sandinista”, se ha prolongado y repercutido en aspectos como quiebra de bancos, cierre de compañías agropecuarias o un interminable lío jurídico sobre propiedades.
“El sandinismo confiscó propiedades y perdió el control de la información registral, como la secuencia de cambios de dueño, abandonó el sistema de catastro físico y sin datos registrales, se emitieron títulos agrarios con nuevos números”, explica Arturo Elí Tablada, Intendente de la Propiedad del ministerio de Finanzas y Crédito Público. “Fueron confiscaciones políticas”, adujo.
“Tablada alerta que Nicaragua sufre un “desorden de la seguridad jurídica. El 70 por ciento de las propiedades están bajo esa inseguridad jurídica”.
Para solucionar el problema, dice, se tardarían unos 30 años. Mientras tanto, el panorama actual es complicado, según Tablada: hay reclamos, dice, sobre unas 500 residencias o mansiones de Managua y unas 1.500 en el resto del país, que están en poder de ”gentes” del FSLN, y pugna sobre 50 mil fincas, lotes y minifundios.
La controversia, alega Tablada, “tiene atascado el despegue económico” de Nicaragua, porque no se alcanzan las metas de recaudación fiscal por impuesto de la propiedad, lo que afecta el ingreso por habitante. Las alcaldías carecen de información sobre la propiedad y no pueden cobrar tributos. El Estado indemnizó a los confiscados, pero “no ha podido cobrar” a los beneficiados con la entrega de las propiedades, explica.
“El problema”, recalca, “es que moral y políticamente, el conflicto cae sobre el FSLN”.
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José Melendéz, Jefe de Información
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Un libro y un viaje
El más reciente libro del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal sobre la Nicaragua previa, durante y posterior a la Revolución Sandinista (1979-1990), abrió un nuevo frente de vaivenes en un país en constante agitación política.
En “La Revolución Perdida”, publicado por la Editorial Anamá, de Nicaragua, en octubre de este año, Cardenal cuenta, entre otras cosas, algunos de los detalles sobre lo que califica como enriquecimiento de varios de los comandantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
A partir de la chispa que enciende el libro de un hombre que, como ministro de Cultura de la Revolución, conoció los secretos y entretelones del régimen, Al Día decidió enviar a Nicaragua al periodista José Meléndez, Jefe de Información, para buscar más elementos de una historia en ebullición.
Hoy presentamos esos y otros aspectos en torno a un país que, como Nicaragua, cada vez está más cerca de Costa Rica.
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