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Monseñor Guillermo Loría fue recibido por decenas de fieles en la Catedral de San Isidro. A las 6:50 p.m., el sacerdote entró en medio de aplausos. Abelardo FONSECA / Al Día
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Llega Obispo a Pérez Zeledón
Alejandra Madrigal, enviada / Al Día
Pérez Zeledón. Dos comunidades separadas por cientos de kilómetros se unieron ayer en una mezcla de tristeza y felicidad.
En Pérez Zeledón, Monseñor Ignacio Trejos, a sus 75 años, alistaba el recibimiento de quien lo sustituirá. Mientras, en Moravia, su sucesor Guillermo Loría Garita, de 66 años, era despedido por cientos de fieles en las afueras de la casa cural.
Desde que abandonó Moravia, el padre Loría estuvo acompañado de una caravana de vehículos. Aquello era el preámbulo de una emotiva bienvenida para el sacerdote, oriundo de Tierra Blanca de Cartago, e hijo de agricultores, al llegar a San Isidro de El General.
Loría será hoy ordenado como el tercer Obispo de la Diócesis de Pérez Zeledón, en el estadio municipal de esta localidad, a las 10 a.m.
En el camino, el sacerdote visitó varias poblaciones. La primera fue la zona de Los Santos, específicamente, San Pablo. Luego se enrumbó hasta El Empalme, donde fue recibido por vecinos de Santa María de Dota con enormes mantas de bienvenida.
En cada una de las ocho paradas que hizo Loría, se fueron uniendo más vehículos, que terminaron por conformar una caravana de 11 autos que, al paso por cada pueblo, pitaban y ondeaban las banderas tricolores y la blanca con amarillo del Vaticano.
El sacerdote Guillermo Loría, obispo designado de San Isidro de El General, dejó la Parroquia de Moravia, tras 19 años en este lugar. Se marchó a eso de las 12.45 p.m.
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Bombetas y colores
Loría hizo paradas en las localidades de La Cima, a 80 kilómetros de San José, donde fue recibido por un grupo de estudiantes de la escuela Alejandro Aguilar Machado. Allí también le dieron un recipiente con tierra de la zona de El Cerro de la Muerte.
En Villa Mills fue recibido con bombetas, a las 4:40 p.m. Tomó café, comió pan casero y bizcochos que le prepararon a su llegada.
A esa hora, el sacerdote Loría lucía cansado, pero nada le quitaba la sonrisa de su rostro.
En la localidad de Las Hortensias, a las 5:48 p.m., Loría se encontró con Monseñor Trejos, quien lo recibió en compañía de una gran cantidad de feligreses.
De camino, se unieron una carroza en forma de lancha, a la que se subiría Loría para entrar, pasadas las 6:45 p.m., a San Isidro de El General.
Los habitantes del valle recibieron a su nuevo Obispo con aplausos, banderas, pancartas y saludos de bienvenida.
El 1 de agosto, la Iglesia dio a conocer que Loría era el nuevo Obispo designado por Juan Pablo II para ocupar el cargo que dejaba Monseñor Trejos, quien, al cumplir 75 años, se acogió a lo que dicta el Derecho
Canónico y renunció.
El sacerdote Loría llegó retrasado, pues se tenía previsto que oficializara una misa, a las 6 p.m., en la Catedral de Pérez Zeledón; sin embargo, se presentó a las 7 p.m.
Palabras de fe
El obispo designado concedió una entrevista a Al Día en la Parroquia de Moravia, ayer, a las 8:43 a.m., unas tres horas después de haberse levantado, un poco cansado por el viaje a Roma, de donde regresó la noche del lunes.
Tranquilo, con voz pausada, Loría comentó que, ahora, lo más importante para él es la convicción, responsabilidad y fe en realizar bien las cosas.
– ¿Qué pasó con aquel temor que dijo haber sentido cuando supo de su designación como Obispo de Pérez Zeledón?
– Ese sentimiento ha cambiado, y hoy estoy más tranquilo y sereno. Creo que las cosas se van a normalizar, cuando haya asumido la responsabilidad y estemos establecidos en la comunidad. Con el transcurso del tiempo, todo me ha servido para ir asimilando la misión.
– ¿Pensó en algún momento que llegaría a ser el tercer obispo de la diócesis de Pérez Zeledón?
– Le mentiría si le dijera que aspiré al cargo, pues una situación de éstas depende del Espíritu Santo, que se manifiesta, inspira e ilumina al Papa y a los que están con él.
Por mi manera de ser, nunca he ambicionado puestos de este tipo, aunque, en la Iglesia, los cargos que le encomiendan a uno son, más que todo, para servir, no para ostentar ante los demás.
– ¿Cómo piensa asumir la diócesis de Pérez Zeledón, de la que usted dijo conocer poco?
– He ido en dos ocasiones a Pérez Zeledón, conversé con Monseñor Trejos, a quien voy a sustituir, y luego tuve la oportunidad de reunirme con un grupo de sacerdotes del Consejo Presbiteral que tiene el Obispo y quienes le ayudan en algunos campos.
Hubiese querido reunirme con todos los sacerdotes, pero no fue posible por la falta de tiempo. Es verdad que no conozco mucho, sino por lo que he escuchado y leído.
– ¿Nervioso?
– No. Como le digo, he superado esa etapa del inicio de mi designación. Todo está ordenado y espero que todo salga bien. Voy confiando en el Señor. Este trabajo no depende únicamente de nosotros, sino también de los talentos y habilidades que el Señor nos haya dado para su servicio. Confío en la gracia, en la ayuda del Señor, en los sacerdotes que están trabajando allá, y en los miles de fieles.
No llevaré la carga solo. Soy la cabeza, pero confío en la ayuda de los sacerdotes y de los miles de fieles. Claro está, yo soy la cabeza de esa diócesis.
– ¿Cuál es ese gran reto que lleva consigo?
– Es el que siempre la Iglesia y cada Obispo ha tenido, poder cumplir y llevar a cabo esa misión, que tiene como objetivo el establecimiento del Reino de Dios dentro de la sociedad, dentro del mundo, dentro de la familia.
La Iglesia no depende únicamente de la sabiduría de los hombres, sino también de la acción del Espíritu Santo, si la Iglesia no fuese obra de Dios ya la hubiésemos destruido. Los hombres pasamos, el Papa pasa, los Obispos pasamos y la iglesia continuará. Esto me da confianza.
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