Salud mental
Yolanda Hurtado Jiménez
La salud mental debería ocupar siempre un lugar preponderante entre nosotros como individuos y como sociedad, pues es sabio el principio terapéutico de que “la gente enferma enferma a la gente, y la gente sana sana a la gente”.
Se trata de ser personas cada día más sanas mentalmente y, para ello, debemos rodearnos de gente altamente positiva, que comunica esperanza, inyecta optimismo y en la dificultad ve siempre una posibilidad.
Cuando respiras en casa un ambiente positivo, sano, la familia se torna en un espacio propicio para el crecimiento y el desarrollo de la creatividad, la alegría, el servicio y la solidaridad.
Cuando apuestas a las relaciones interpersonales, porque has comprendido que el “nosotros” es absolutamente necesario, y empiezas a crear vínculos, la vida adquiere una nueva dimensión.
Tu existencia se enriquece también cuando tienes la fortuna de encontrar el pan de la amistad y te nutres de él, pues desfallecemos en el camino de la vida, si no hemos descubierto la sonrisa franca, la mirada profunda, la mano serena, “el espejo” donde podamos vernos y seamos acogidos como lo que somos, sin necesidad de andar demostrando nada.
Cuando llegas a tu lugar de trabajo a compartir lo mejor de ti, y compites con lealtad y honorabilidad, eres una persona más sana, menos neurótica y más enamorada de aquello que eliges hacer.
Cuando hacemos de la convivencia humana una acogida permanente del otro, con sus luces y sombras, sus batallas ganadas y otras tantas perdidas, pero seguimos apostando por construir la vida con criterios más nobles, estamos humanizando este espacio donde todos tenemos el derecho y el deber de hacerlo más sano y feliz.
Ya es tiempo de que cada hombre y mujer sea humano y hermano con el que tiene a su lado. Y es tiempo de elegir no enfermarnos nunca mentalmente, sino, más bien, darnos motivos los unos a los otros para curar las heridas que, de por sí, la vida deja.
¡Démonos la mano, ya que es posible!
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