El vagabundo
Nikole Lee. 12 años
Hace mucho tiempo, en una tierra muy lejana y por ahí del año 1745, existía un vagabundo que recorría los caminos buscando respuestas a todas sus preguntas.
Él no tenía padres, así que decidió responder ¿por qué yo estoy aquí en el mundo?, ¿cuál es en realidad mi esencia?. Cuando el vagabundo emprendió su viaje, se encontró con un adivino. Éste le dijo cuando iba pasando:
–Tus respuestas están donde nadie más que tú las puedes encontrar.
El vagabundo le preguntó:
–¿A qué se refiere con eso, por qué me dijo eso? Para su sorpresa, cuando volteó a ver al adivino, él ya no estaba.
El vagabundo se puso a pensar y de un momento a otro se dijo en la mente: tengo una pregunta más que responderme.
A los tres meses, el vagabundo no había logrado responder a sus preguntas, pero lo que más había estado analizando era lo que le dijo el adivino. Las palabras de éste le habían estado rondando en su cabeza todos los días; era en lo único que pensaba.
Era un 24 de diciembre, el día en uno ve gente cantando, árboles de Navidad, niños impacientes por abrir sus regalos, familias juntas cenando ... Eran las 11:30 de la noche cuando un anciano que estaba en la puerta de su casa le dijo:
–¿Quieres pasar? Hace mucho frío, es Navidad y debes tener hambre.
El vagabundo aceptó su invitación; cuando entró a la casa del anciano se dio cuenta de que era muy acogedora con su fogata prendida. Cuando llegó la medianoche, el anciano le dio un regalo de Navidad como que si hubiera estado esperando al vagabundo. Él le dijo:
–Lo siento, no puedo aceptar esto.
–No sea modesto, acéptelo. Estoy seguro de que es usted.
–¿Qué soy yo?, preguntó el vagabundo.
El señor le contó que alguien le había dicho que, el 24 de diciembre, él debería salir a su puerta a las 11:30 de la noche para encontrar a un vagabundo.
–Invítelo y a la medianoche entréguele este paquete y dígale: No has podido responder tus preguntas pero con este paquete las responderás sin dudas, le contó el anciano.
El vagabundo abrió el paquete y encontró una foto de sus padres y recordó lo que su madre le dijo antes de morir:
–Tu estás aquí porque hubo amor y siempre debes responder tus preguntas desde tu corazón.
–¡Como pude olvidar esas palabras!, exclamó el vagabundo. Cuando el adivino dijo que mis respuestas estaban donde nadie más que yo las podía encontrar, se refirió a mi corazón. Yo estoy aquí porque hubo amor entre mi papá y mi mamá, acabo de darme cuenta que nadie puede decidir mi destino ni menos responder una pregunta cuya respuesta está en mi corazón.
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