Domingo 21 de septiembre, 2003. San José, Costa Rica.

Pasaporte, señor Pinto

Roxana Zúñiga Quesada

I

Buen domingo tengan. Espero que hoy desayunen gallo pinto, pero antes de comérselo tomen una precaución: pídanle el pasaporte para comprobar si es tico, nica, francés, iraní o angolino.

También puede ocurrir que este sabroso alimento matutino “se haga el ruso o el sueco”.

En fin, en un sencillo plato de arroz, frijoles (negros o rojos, ¡qué más da!) y condimentos puede surgir toda una Torre de Babel.

Lo más importante es que en el lenguaje universal, el HAMBRE, ese alimento cae muy bien, sobre todo después de una noche loca, como diría María Conchita Alonso.

Ahora, si para usted esa vianda debe ser realmente tricolor y piso e tierra, le doy algunas pistas para descubrir la de Tiquicia...

* Observe muy bien el comportamiento de los frijoles. ¿Se bajan el piso entre sí? ¿Se creen el mejor grano del mundo? ¿Les gusta comer arroz con pollo, papas tostadas y ensalada rusa (ah, otra vez los moscovitas) en los días de fiesta?

Si es así, esos porotos son muy ticos.

* Después analice el arroz. ¿Le agrada atacar en pelotas? ¿Se “come” a los frijoles por vagabundos? ¿Carbonea al culantro en contra de la cebolla? Si actúa de esa manera, está frente a un blanco muy nuestro.

* Vea la salsa. ¿Raja de que sus antepasados son ingleses y de muy buena posición? ¿Fachentea de que, si no es por ella, no habría sabor en el gallo pinto? Ya conoce la respuesta.

* Mire los olores. Si la cebolla se la pasa llorando porque solo ella tiene que hacer todo el trabajo, el culantro se pone verde de envidia cuando alguien alaba a los otros y el chile dulce ni se sonroja cuando critica, por lo alto y por lo bajo, a los demás... entonces, estimados lectores (si hay alguno), estamos frente a queridos alimentos compatriotas.

Y dejo este tema, porque de pintos y de tragones están repletos los panteones.

II

Pongan atención a un anuncio que hay en radio. Un conductor irrespeta la orden de detenerse de un inspector de tránsito y también sobrepasa el límite de velocidad. Cuando el oficial lo para, el chofer le explica que hizo eso porque hay una promoción de carros muy buena y lleva prisa en llegar. El policía decide hacerle escolta con todo y sirena...

Y después lloramos porque la muerte vive en las carreteras. No somos nada...

III

¡QUÉ DICHA que alguien lo dijo!: “La prudencia y el amor no están hechos el uno para el otro... a medida que el segundo crece, la primera disminuye”, Duque de La Rochefoucauld.

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