Domingo 21 de septiembre, 2003. San José, Costa Rica.

Sanciones diferentes

Gloria Calderón

El INS y el Museo de los Niños se unen nuevamente para ayudar a crear una cultura de prevención de accidentes de tránsito en nuestro país.

A través de un nuevo programa, llamado “Odisea vial”, se busca enseñar a niños y grandes los cuidados que deben tener cuando caminan o viajan por calles y carreteras, y el debido respeto a las señales de tránsito.

Es inaceptable que una de las principales causas de muerte en Costa Rica sean los accidentes de tránsito. Es ilógico que hayamos logrado disminuir las muertes por enfermedad, y la expectativa de vida de niños y adultos haya aumentado gracias a nuestro sistema de Seguridad Social, pero, por otro lado, aceptemos que la muerte se burle de nosotros en las calles.

A principio de la década de los 90, abogamos por una nueva Ley de Transito que aumentara las sanciones y las penas. No fue suficiente. Los conductores parecen no responder ni a campañas ni a castigos.

Por eso, además de endurecer las penas y mejorar nuestras vías, tenemos que educar a conductores y peatones para prevenir accidentes.

El número de personas fallecidas o incapacitadas permanentemente no es solo una estadística, sino una realidad que enluta a los hogares y afecta al país. Muchas personas dejan de contribuir con su trabajo y experiencia al desarrollo de la nación cuando quedan lisiadas de por vida.

Las consecuencias de los excesos de velocidad, la imprudencia y el alcohol son motivo suficiente para ejecutar acciones más drásticas, que verdaderamente conmuevan a los ofensores y los obliguen a reflexionar sobre su forma de conducirse en las calles.

El retiro de licencias, multas más altas y cárcel son sanciones necesarias que deben ir acompañadas necesariamente de otras, mediante las cuales se provoque un cambio de actitud, no solo un temor al castigo.

Prestar servicio social, asistir a un hospital de rehabilitación o visitar la morgue podrían modificar la conducta de muchos frente al volante. Nadie puede seguir siendo el mismo después de enfrentar la muerte, ayudar a atender a un paciente en estado vegetativo, o jugar con un pequeño que perdió sus facultades mentales o físicas por la acción temeraria de un conductor.

Aplicar la logística sería un reto para nuestras autoridades, pero creo que bien vale la pena, si nos ayuda a crear conciencia y disminuir los accidentes mientras logramos cimentar una cultura de prevención.

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