Domingo 21 de septiembre, 2003. San José, Costa Rica.

El 11 de julio, cientos de personas despidieron, muchas con lágrimas y un nudo en la garganta, a la niña Kattia Vanessa González, de 8 años, a quien asesinaron en Quesada Durán, San José. Su atroz muerte conmocionó a todo el país. La gráfica corresponde al día del funeral.

Más delitos y crueldad

Ayer, a la 1 a.m., le robaron su auto a Gerardo Céspedes en Aserrí.

Además:

  • DE LOS AUTORES
  • Caló mi espíritu
  • Carta del Director
  • Ayer, a las 10:30 a.m., tacharon el carro de Daniel Vega en San Carlos.

    Ayer, a las 8:17 a.m., asaltaron a doña María Aguilar, en Puerto Limón.

    Ayer, entre 10:00 a.m. y 10:30 a.m., asaltaron una carnicería y un supermercado en Santa Bárbara de Heredia.

    Ayer, a la 1:20 p.m., asaltaron al turista alemán, Thomas Goye, en Cartago.

    Ayer, a las 2:30 a.m., asaltaron a Gilberto Castillo en Barranca.

    Ayer, a las 2:40 p.m., asaltaron la Pizza Hut de Pavas.

    No sólo fue ayer. Es de todos los días...

    La inseguridad no da tregua en hogares, en negocios, en las calles, en la ciudad o el campo.

    Nadie parece hoy a salvo de que en cualquier instante le afecte un hecho delictivo, directa o indirectamente. Y agobia la crueldad con que son perpetrados muchos de ellos.

    Personalidades políticas, del espectáculo, del deporte, de la cultura; gente de cualquier sector socioeconómico, ni siquiera policías escapan al fenómeno.

    Las cifras no mienten. Y los relatos de las víctimas, de quienes sobreviven o de sus parientes lo ratifican.

    Estamos, como lo dice un funcionario del Ministerio de Justicia, “ante una epidemia”.

    Entre enero y agosto de este año se registraron 176 homicidios en todo el país, para un promedio de 22 asesinatos por mes; 3.948 casas fueron saqueadas y se reportaron 4.518 asaltos, la mayoría con extrema violencia.

    Al comparar el primer semestre del 2003 con el mismo periodo del año anterior hay un aumento de 13 por ciento en los asaltos denunciados en el país. Los homicidios crecieron 13,5 por ciento, los robos a viviendas 16 por ciento y los robos a vehículos 25,4 por ciento.

    Tampoco se detiene el robo de autos, especialmente los “bajonazos”, a golpes y a balazo limpio.

    La violencia golpeó duro, el 30 de julio anterior, la Zona Sur del país. Ese día el pescador Carlos Corrales Picado, sin razones aparentes, asesinó a balazos, en Puerto Escondido de Puerto Jiménez, Golfito, a Francisco Mena y Steven Vargas, ambos de 15 años, así como al pequeño Érick Solís, de solo 3 años y 11 meses.

    El número de hechos delictivos puede ser mucho mayor, porque hay una “cifra negra” con víctimas que no denuncian el delito.

    El robo o asalto en lugar público sin agresión no fue denunciado por el 78,8 por ciento de los entrevistados en un estudio de opinión pública denominado “Percepción social acerca de la inseguridad ciudadana”, publicado en 1999 por la exministra de Seguridad Pública y actual diputada, Laura Chinchilla.

    ¿Qué pasa?

    Los expertos coinciden en que no hay un “exagerado incremento” en la cantidad de hechos delictivos, pero si en la gravedad de la violencia con que se comenten.

    Los delitos violentos – robo con violencia sobre las personas, agresión, homicidios, lesiones y violaciones– pasaron de 13 por cada 10 mil habitantes en 1991 a 20,5 en el 2000, según un informe del OIJ.

    Tras varias semanas de angustia y miedo, la Fuerza Pública y el OIJ detuvieron en Heredia a José Antonio Mora Jiménez, a quien investigan por al menos cinco asesinatos ocurridos entre diciembre del 2002 y el 22 de agosto anterior. Mora fue capturado el 9 de setiembre en el barrio La Angelina, en Santo Tomás de Santo Domingo, Heredia.

    “Ahora le disparan a la gente sin necesidad. Matan al vecino porque el perro ladraba y al propietario de un taller porque salía mucho humo de su local”, dice Jorge Rojas, director del OIJ. Rojas también ha sido víctima de la violencia. Hace pocos meses dos delincuentes intentaron robarle su vehículo en el centro de Alajuela.

    “La violencia es la epidemia del milenio. Hay violencia en todas las esferas, en la familia, en los trabajos, en las calles, en todo lado. Es parte de la vida cotidiana de nuestro país”, añade Guillermo Arroyo, director de Adaptación Social del Ministerio de Justicia.

    Para Fernando Cruz, catedrático y coordinador del Tribunal de Casación Penal, ante el fenómeno “hay una contribución de la prensa, que magnifica en alguna medida el tema, pero me parece que la incidencia de las actuaciones cada vez más violentas ha crecido”.

    Cruz, ex jefe del Ministerio Público, advierte que “la distribución desigual de los recursos afecta, indudablemente, el desarrollo de la delincuencia”.

    Dos custodios de la empresa de seguridad Securicor fueron asesinados, a balazos, la noche del 22 de marzo en el centro de Alajuela. Se trata de Alexánder Zúñiga Miranda y Juan José Piedra Barboza, quienes defendieron con sus vidas el dinero que transportaban. Los responsables no han sido detenidos.

    Elías Carranza, director del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD) coincide: “Hay un aumento en la criminalidad, no solo en Costa Rica sino en toda Latinoamerica, sin excepción”.

    “La brecha en la distribución del ingreso se ha ampliado en la mayoría de los países de la región...esto tiene una relación directa con la criminalidad”, advierte.

    Sin embargo, reconoce que Costa Rica es un país “con una situación de la criminalidad más razonable, a pesar del aumento”.

    Mal de todos

    “Es un problema de salud pública”, advierte la exministra Laura Chinchilla.

    Un problema que, lamentan los expertos, arrastra cada vez más jóvenes, muchachos de entre 18 a 25 años, quienes también son víctimas de la violencia. En lo que va del año, 24 menores fueron asesinados.

    El caso que más acongojó al país fue el asesinato de la pequeña Kattia Vanessa González Juárez, de 8 años, el 5 de julio, en el condominio Zapotal, en Las Luisas, Quesada Durán.

    La espiral de violencia, estiman conocedores, se ve agudizada por causas como deserción estudiantil, la desintegración familiar, el consumo de drogas y el desempleo. “Muchísima juventud está en este momento sin trabajo”, afirma el director del OIJ.

    Y ante el mal, Jorge Rojas y el titular de Seguridad Pública, Rogelio Ramos, admiten carecer de recursos suficientes para enfrentarlo. Coinciden, no obstante, en que el crimen y la violencia no pueden ser atacados solo con medidas represivas.

    “Es un tema de la sociedad entera”, exclama el director del OIJ.

    “Ni con el doble de policías lo solucionaríamos; se necesita del concurso de todos los ciudadanos”, dice el Ministro Ramos.


    DE LOS AUTORES

    Más desconfianza

    Mercedes AGÜERO ROJAS

    Escuché sus voces, vi sus rostros, contemplé su dolor y sentí sus miedos. Durante tres semanas compartí con las víctimas de la violencia y la inseguridad que se respira en nuestro país. Aprendí que tan víctima es la madre que llora la muerte de su hijo, como la familia que encontró la casa vacía, el joven a quien le robaron la moto o el estudiante a quien dejaron sin uniformes. Para ellos la vida cambió y sin saberlo han hecho cambiar la mía. Me enseñaron a ver un rostro en cada homicidio, cada robo, asalto o secuestro que reportan las estadísticas. Y, aprendí a vivir como ellos: con desconfianza. .


    Caló mi espíritu

    Nicolás AGUILAR R.

    Tres semanas escuchando las historias de las víctimas de la violencia que azota el país han calado en mi espíritu.

    Ahora, más que nunca, sé también no estar tampoco a salvo...

    Estoy consciente de que la seguridad no es asunto exclusivo de la policía y, necesariamente, desde mi papel como ciudadano común, debo también aportar mi granito de arena ante este mal que se manifiesta dolorosamente en los hogares, en las calles y hasta en los estadios.

    Puedo hacerlo de muchas maneras, desde reforzar los portones o la puerta principal de mi casa hasta velar para que mi comunidad también se organice en la lucha, tarea de todos, contra el hampa.


    Carta del Director

    La muerte de Kattia... el asesinato múltiple en Golfito... el secuestro de un gerente bancario en Matina ante su familia... la muerte de un chofer de Tuasa, para robarle una moto... el dueño de una floristería llevado a la ruina por los ladrones... el joven que pierde un ojo de un balazo sin sentido…

    Las historias se multiplican; el drama, el dolor y la impotencia también. La inseguridad y la grave violencia que acompañan los hechos delictivos hoy en el país, se sienten, se respiran, se temen. Las cifras oficiales no cesan de crecer; no hay un cambio dramático de un año a otro, pero nadie duda en reconocer el grave tono de lo que ocurre.

    Por el interés público que reviste, en Al Día consideramos oportuno hacer un alto en el camino: repasar los hechos, hurgar en sus causas e implicaciones, conversar con víctimas, con sobrevivientes, con sus parientes y acudir a expertos.

    El resultado es el presente informe desarrollado durante las últimas tres semanas por los periodistas Mercedes Agüero y Nicolás Aguilar. Ambos recorrieron el país en busca de historias, de datos, de análisis que permitan llevarle a usted, estimado lector, una vista panorámica, lo más completa posible, de un mal que hoy nos agobia y que un experto lo describe, sin tapujos, como "una epidemia".

    Fotógrafos, diseñadores e ilustradores compartieron las tareas de plasmar este trabajo periodístico extraordinario que, espero, sea de su interés y contribuya a la reflexión nacional, en todos, incluidos los medios de comunicación, sobre el fenómeno.

    Edgar Fonseca M.

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