Domingo 21 de septiembre, 2003. San José, Costa Rica.

San José, 16 de setiembre, 3:30 p.m. La oficina de denuncias del OIJ recibe en promedio entre 45 y 50 quejas por día. El martes pasado, tras el fin de semana largo, las denuncias se duplicaron. Rafael PACHECO/ Al Día

En carne propia

Son las 9:30 a.m. del martes 16 de setiembre y la sala de denuncias del OIJ está llena de gente. Este día cerraremos con unas cien denuncias afirma el director de la oficina.

En silencio cada persona espera su turno. Nadie comenta su infortunio, aunque algunos todavía traen la mirada desorbitada. Es gente que ha escuchado y ha sido testigo de robos, asaltos y agresiones pero nunca imaginó que serían la próxima víctima. Estos son algunos de sus testimonios:

“El jueves (11 de setiembre) se metieron a robar a mi casa. Una vecina vio un carro y una persona que bajó a tocar la puerta, como nadie salió se fueron.

“Supongo que regresaron después, bajo un aguacero. Despedazaron la puerta principal y se llevaron el microondas, dos televisores y una computadora. Cuando mi prima llegó la puerta estaba de par en par. A uno le queda el temor que vuelvan en la noche”, Alexánder Villareal Ortega, Residencial Kurú, El Alto Guadalupe.

“Como a las 8:30 a.m. dejé el carro parqueado frente a mi casa un instante y me lo abrieron. Se robaron documentos, facturas, recibos y unos ¢200 mil en efectivo. Es la tercera vez que lo abren pero hasta hoy pongo la denuncia porque se robaron los documentos de mi trabajo. ¡No se por qué olvidé sacar el maletín!”, José Miguel Páez, Hatillo.

“Eran como las 10:30 a.m. venía pasando frente al Hospital de Niños y un carro chocó con mi taxi. Me bajé a reclamarles y a apuntar la placa. Dos tipos se bajaron del carro muy violentos y me dieron una golpiza. De aquí voy para el médico. El que debía estar molesto era yo”. Javier Marín, San José.

“A las 11:30 a.m., llegué al Más x Menos, antiguo Yaohan y estacioné la moto. A los cinco minutos salí y la moto no estaba. No es mía es de la empresa para la cual trabajo. Como siempre: nadie vio nada. Creo que me iban siguiendo. Con algo así uno se asusta, pero pienso que pudo ser peor”. Efraín ( se reserva el apellido), San José.

“Me dirigía a mi casa de habitación, a eso de las 5 p.m., y faltando 200 metros para llegar, una moto se detuvo frente a mí.

“Iban dos sujetos con capa negra y cascos oscuros. El de atrás se bajó, me apuntó a la cabeza con un arma calibre 38 y me pidió mis pertenencias. El otro se bajó con una ametralladora. El primero hizo un disparo al suelo y me arrancó dos cadenas de oro, dos celulares y ¢130 mil en efectivo”. Denuncia presentada el 16 de setiembre ante el OIJ. A solicitud de esa entidad no se dan nombres ni lugares.

“Me avisaron que se había activado la alarma de un apartamento que estaba cuidando. Me fui y encontré un vehículo (Pathfinder oscuro) parqueado al frente. Un hombre me soprendió por la espalda con un arma, me hizo entrar al apartamento y me tiró al piso.

“Me sacó la billetera con mi cédula y tarjetas de crédito. También el celular, las llaves de mi casa y de la casa de mi madre. Luego me tiró debajo de un carro. Escuché a otro individuo en el apartamento y un tercero en el vehículo. Rompieron el portón de hierro, la puerta y se llevaron varios artículos”. Denuncia presentada el 16 de setiembre ante el OIJ. A solicitud de esa entidad no se dan nombres ni lugares.

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