Domingo 28 de septiembre, 2003. San José, Costa Rica.

Solitario Este hombre caminaba el sábado 20, a las 10:12 a.m., cerca del Mercado del Paso de la Vaca. No se sabe con exactitud cuántos indigentes hay en San José.

Indigentes olvidados

Las autoridades esperan construir un Centro Dormitorio en la ciudad capital

Alejandra MADRIGAL ÁVILA / Al Día

Sucios y malolientes, los indigentes capitalinos no se atreven a alzar la mirada para ver a la gente a los ojos. Viven de lo que encuentran en los basureros, de la limosna, de la lástima.

Son más de 200, según el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), pero todos tienen una existencia muy similar a la que retrata uno de ellos, Alexis Castillo, quien vive en los alrededores de la zona roja. “Aquí paso las 24 horas del día con ganas de morirme, viviendo con el desprecio de la gente, sin bañarme durante días y con el maldito vicio de la piedra”.

Al Día conoció a varios de ellos durante un recorrido realizado por las calles de San José entre el viernes 19 y la madrugada del sábado 20 de setiembre.

Además:

  • “Extraño a mi familia”
  • Con ganas de morir

  • Hablamos con Alexis, Miguel Ángel, José Manuel y la “abuela” René, parte de un grupo que sufre al recordar que, hasta hace unos años, tenían un trabajo y una familia.

    A nivel internacional, la calificación de “indigente” se aplica a quien dispone solo de $1 diario (¢408 al tipo de cambio actual), o menos, para satisfacer sus necesidades más elementales. Por eso, la indigencia está ubicada por debajo de la “línea de la pobreza”.

    De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el año 2002, 220 millones de latinoamericanos vivían en la pobreza, de los cuales 95 millones eran indigentes.

    Cartones como frazadas

    La “abuela” René Soto duerme sentada en una grada, cerca de La Cañada, en San José. No se acuesta porque los cartones que utilizaba para abrigarse se mojaron y está resfriada.

    Lleva 15 años en la calle y tiene el rostro de una anciana, aunque solo cuenta con 40 años. Poco dijo de su vida, solo comentó que un drama familiar la arrojó a la calle.

    Ella es parte del grupo de indigentes capitalinos. Según datos del IMAS, hace tres años había 217 indigentes registrados, pero cifras extraoficiales señalan que son muchos más, casi el triple. El 10 por ciento son mujeres.

    Cerca de Soto, José Manuel, Alexis y Juan Carlos relatan los pleitos que ocurren cada noche por el pedazo más grande de cartón. Solo eso los calienta.

    A diferencia de las mujeres, los hombres duermen en grupos y, suponen las autoridades, se drogan más.

    Las historias de todos ellos son similares: viven de las limosnas y tienen pocas esperanzas de volver algún día a sus casas. (Ver notas aparte)

    Proyecto ambicioso

    Un proyecto promovido por el IMAS, la Municipalidad de San José, el Ministerio de Salud, la Defensoría de los Habitantes y otras organizaciones sociales, pretende darles un sitio donde dormir.

    La presidenta del IMAS, Silvia Lara, aseveró que ya tienen presupuestados ¢120 millones para la construcción de un Centro Dormitorio destinado a los indigentes, en las cercanías de la parada de buses de Puntarenas, en San José.

    Se estima que el centro brindará atención a 150 personas, en las áreas de salud, alimentación y rehabilitación por el consumo de drogas.

    El alcalde de San José, Johnny Araya, informó que el aporte municipal para el Centro Dormitorio ascenderá a ¢15 millones. “Éste es un proyecto ambicioso, de gran importancia en el desarrollo humano”, agregó Araya.


    Dificultades Diagonal al Banco Nacional, Miguel Ángel Vargas aseguró que le duele el desprecio de la gente. La foto se tomó a las 7:02 p.m. del viernes 19.

    “Extraño a mi familia”

    Sentado frente a la acera del Banco Nacional, con un vaso de café negro y un pedazo de pan en sus manos, Miguel Ángel Vargas cuenta cómo pasa sus noches en la calle.

    De su vida de indigente en San José, odia sobre todo el desprecio con que lo miran las personas. Dice vivir desde hace más de tres años en esa zona capitalina y haber llegado a esa situación, tras cometer “una torpeza” que lo mantuvo 10 años en la cárcel.

    “Vivo del vicio, de lo regalado y de recoger cosas entre la basura para conseguir plata y comprar esa cochinada (el crack)”.

    Su familiares, dice, le han olvidado, pero continuamente piensa en ellos. “¡Qué le voy a decir!, extraño que mis cuatro hijos me digan papi y esas cosas... ¿verdad que es bonito?”, comenta y, luego, oculta el rostro para no mostrar sus lágrimas.

    Aunque su cédula de identidad señala que tiene 56 años, su cara refleja los avatares de una vida difícil.

    Antes de quedar en la calle, Miguel Ángel era concesionario de lotería y ganaba el dinero para mantener a la familia que tanto extraña.

    “Tenía un techo, una cobija para el frío y un plato de comida. Ahora, cuando pido, todo me lo dan en platos o vasos desechables, y lo entiendo. Pero, créame, no me gusta vivir esta vida”.


    OLVIDADO Alexis Castillo solo permitió que fotografiáramos sus pies, el viernes 19, a las 9:54 p.m. Trabajó como maestro de obras.

    Con ganas de morir

    Cerca del Líbano, en la zona roja capitalina, Alexis Castillo hurgaba entre la basura de un taller mecánico. El viernes antepasado, minutos antes de las 10 p.m., buscaba afanoso repuestos de carros con alguna vida útil, para recibir por ellos las monedas que quisieran darle.

    De 46 años y oriundo de Grecia, Castillo es un maestro de obras que, por el uso y abuso del alcohol y otras drogas, vive en las calles desde hace 5 años.

    Se niega a que le tomemos una foto, pues respeta a sus tres hijos y a su esposa, y no quiere que lo vean “en estas condiciones”.

    “Aquí paso las 24 horas del día con ganas de morirme, viviendo con el desprecio de la gente, sin bañarme durante días y con el maldito vicio de la piedra”, confiesa.

    Ha tenido “paradas”, pero no pasa de tres meses. “Esta cochinada lo consume a uno demasiado”.

    La última vez que intentó dejar las drogas fue cuando su madre viajó desde Grecia para pedirle que regresara.

    Entonces hace una pausa y dice con frialdad: “¡Cómo me pide eso ahora, después de que me abandonó cuando yo tenía cuatro años!”.

    Alexis pasa las noches con miedo y solo se tranquiliza cuando piensa que al amanecer hará una llamada para hablar con sus hijos.

    Castillo habla con soltura y dice que realizó estudios de dibujo, presupuesto y cálculo en el INA.


    En datos...

    90%

    de la población indigente tiene problemas de adicción al licor y otras drogas.

    80%

    de quienes viven en las calles tiene entre 20 y 40 años, edades productivas.

    217

    indigentes reportó el IMAS, en San José, en el 2000. Las autoridades creen que hay más.

    ¢120

    millones es el costo del Centro Dormitorio que se construirá el próximo año en San José para albergar a los indigentes.

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