Perspectivas
Promesas repetidas Ovidio Muñoz
De veras que hay políticos con mala memoria.
Algunos de los que hoy pretenden regresar a las cumbres del poder andan ofreciendo lo mismo que dos décadas atrás. Tuvieron su oportunidad y no les bastó. Ahora –¡milagro!– se dieron cuenta de que sí saben cómo resolver los problemas del país.
Hace años, cuando era colegial, escuché por primera vez la promesa de convertir a Costa Rica en el primer país desarrollado de América Latina. Esperaba ser protagonista de la hazaña... y me quedé con las ganas.
Resulta que Óscar Arias, convertido otra vez en aspirante presidencial, vuelve a prometer que le dará al país el empujón necesario para lanzarlo al primer mundo. Mal presagio. A ningún lugar llegaremos reviviendo lemas de campaña creados en los ochentas, cuando nuestra realidad era otra. Cuando los costarricenses debíamos capearnos los tiros en una Centroamérica en llamas y el “coco” comunista andaba suelto.
Para peores, alrededor de don Óscar zumban los mismos nombres de aquellos años remotos.
Es cierto, en su gobierno hubo gente muy capaz. Pero ni más ni menos que en los posteriores. No creo que todos los colaboradores de su administración hayan hecho méritos para regresar, en caso de que las urnas lo reelijan.
Muchos de los problemas que los jóvenes de hoy enfrentamos son herencia de los políticos de ayer. Muchos de los males del país fueron creados y alimentados por quienes tuvieron su momento para gobernar y no supieron hacerlo, o lo hicieron mal.
Y así, con ese currículum, más de uno ha empezado a acercarse a la sombra tentadora del poder. Dispuestos a “sacrificarse” por la patria, a entregar lo mejor de sí para dejarles a las generaciones del futuro... (ya todos conocemos esa historia).
Los jóvenes de este siglo, desencantados con la clase política, necesitamos, y exigimos, que el poder sólo esté en manos de los mejores, no que se les entregue a los aduladores y/u oportunistas que ya piensan en el 8 de mayo del 2006.
Costa Rica está llena de gente nueva, joven, talentosa, con la capacidad y la entrega necesarias para tratar de resolver las dificultades que los candidatos de hoy y su corte de ayudantes no supieron derrotar.
Por culpa de muchos de ésos que piensan volver, estamos como estamos. Y este país vale mucho como para recetarle dos veces el mismo trago amargo.
No sé ustedes, pero yo me resisto a creer las promesas repetidas.
|