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De acuerdo con Jorge Arroyo, Juan era fiestero, con probabilidad de que le gustara el traguillo. “Se sabe que hacía gracias, como caminar cincuenta metros parado de manos”. Foto ilustrativa/Al Día
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Un héroe humano
El dramaturgo Jorge Arroyo estrena mañana una obra sobre Juan Santamaría, a quien describe simpático, noviero e inteligente Ovidio MUÑOZ omunoz@aldia.co.cr
Algunas veces, solo por hacer gracia, Juan Santamaría se daba gusto caminando de manos por alguna cuadra alajuelense.
También se sabe que trabajaba mucho. Era necesario llevar plata a un hogar de escasez. “Pasaba encalando tapias, llevando reses al hombro en el mercado. Debía ayudar en su casa, que era de bajos recursos”, cuenta el dramaturgo Jorge Arroyo, autor de “La tea fulgurante: Juan Santamaría o las iras de un dios”, su nueva obra histórica, que se estrena mañana en el museo alajuelense que lleva el nombre del “Erizo”.
Es la continuación de “La patria primera: hombres de fecunda labor”, presentada al año anterior en más de 50 colegios del país. El papel protánico es de Roberto Zeledón, quien además interpreta a Juan Rafael Mora y William Walker.
Para escribir la obra, Arroyo anduvo, durante un año, por los recovecos históricos de 1856. Del viaje volvió con detalles, desconocidos para la mayoría, de uno de los pasajes más gloriosos de la vida nacional. El 11 de abril de 1856, sintiendo en el pecho las iras de un dios (como dice el himno dedicado a él) Juan se ofreció a quemar el Mesón de Guerra, cuando sólo tenía 25 años. Un hombre de bien¿Sabía usted que Juan tocaba bien al menos tres instrumentos musicales? Pues sí.
Sin embargo, no era muy cuidadoso en su apariencia salvo si se trataba de algún asunto militar. Desde los trece años estuvo en la banda marcial de su provincia. Tenía dos hermanos: un hombre y una mujer, y andaba con el cuerpo un poco echado hacia adelante.
“No contaba con un cargo pequeño en el ejército. Ser tambor era importante, tanto que al jefe de las bandas se le llamaba tambor mayor. Eso de 'tamborcillo' es del siglo XIX o XX”, añade Arroyo.
La vieja canción popular afirma que Juan Santamaría nació en Alajuela, algo cierto. Y sigue diciendo “tan pobre vivía que no fue a la escuela”, algo falso. “Tuvo un maestro excelente, don José María Castillo, un hombre cultísimo que le enseñó teología, filosofía. Juan hasta leía música de corrido...”, añade el dramaturgo. “Yo voy”El martes por la tarde, Arroyo habló sobre su nueva incursión en la historia tica y sobre algunos hallazgos.
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Roberto Zeledón interpreta a Juan Santamaría en la obra “La tea fulgurante”, de Jorge Arroyo, que estrenan mañana en Alajuela. Herbert ARLEY/Al Día
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– ¿Qué lo sorprendió más de cuanto encontró?
– Lo que más subrayo es saber que Juan Santamaría era un hombre lo suficientemente inteligente y preparado, y con una escala de valores muy sólida para decir “yo voy” (a quemar el mesón), consciente de que era un suicidio, y que era un suicidio por la patria, y que dejaba a su madre en malas condiciones, y confió en sus compañeros, en un Estado que no estuvo a la altura de su acto heróico...
– ¿Por qué?
– No le dio la pensión a la madre hasta años después, y la mujer tuvo que luchar para que se la dieran; cuando él lo único que pidió fue eso: una pensión, que en principio fue de tres pesos y después de diez... la patria no ha estado a la altura de Juan Santamaría...
– Y dice usted que su figura se ha utilizado...
– Se ha utilizado a lo largo de los últimos 150 años. El acto más reciente, deshonroso y asqueroso es el de un político alajuelense que utilizó su imagen en una pancarta poniéndole la camiseta de la Liga. También me enoja mucho cuando hablan del empujón, eso es una enorme cobardía...
– Si a estas alturas se le pide hacer una descripción detallada de Juan Santamaría, ¿qué dice?
– Era moreno, de nariz redonda, denotaba la sangre negra, que probablemente le venía de su padre, de quien algunos dicen que fue un zapatero colombiano, otros que era un guanacasteco. Era fuerte, echado para adelante. Dicen que tenía el pelo acolochado, pero “erizo” en Alajuela designa a un tipo de pelo como púas. Si hubiera sido acolochado le hubieran puesto otro apodo. Se sabe que tenían los pómulos muy salidos, ojos saltones...
– Esa es la descripción física, ¿cómo sería la de su personalidad?
– Bueno... no era guapo, pero aparentemente era muy simpático. Era fiestero, hay probabilidad de que le gustara el traguillo. Se sabe que hacía gracias, como caminar cincuenta metros parado de manos. También noviero, como podía serlo cualquiera de esta época y tenía un gran cariño por su madre...
– ¿Cree que esa “humanización” de Juan Santamaría podría reñir con la imagen mítica que hay de él?
– Yo pretendo eso. En la medida que lo sintamos más cercano podemos identificarnos más. Creo que hay que bajarlo un poco del pedestal, que lo hizo mi bisabuelo, dicho sea de paso. En esa medida uno ve que por un lado crece mucho, eso le da una relevancia mayor.
Tambor en escena
“La tea fulgurante: Juan Santamaría o las iras de un dios”, es la cuarta obra de carácter histórico que escribe Jorge Arroyo.
Durante unos 50 minutos, el actor Roberto Zeledón interpreta a Juan Santamaría, a William Walker, Juanito Mora, José María Mora Porras y al filibustero Louis Schlessinger, entre otras caracterizaciones.
Estreno: mañana, 8 p.m.
Lugar: auditorio Juan Mora Porras, en el Museo Histórico Juan Santamaría, en Alajuela.
Créditos: escrita por Jorge Arroyo y actuada por Roberto Zeledón. La dirección actoral es de Lucho Barahona.
Otras fechas: la obra también se presentará en el mismo lugar el sábado 3, domingo 4 y domingo 11 de abril.
Además: los colegios interesados en llevar la obra a sus centros pueden solicitar información a los teléfono 826-4733 y 306-4267.
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