Lunes 5 de abril, 2004. San José, Costa Rica.


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/Al Día

Tribuna libre

Semana Santa de antaño

Gloria Bejarano

La Semana Santa solía ser época de recogimiento en que la familia transmitía a las generaciones más jóvenes el mensaje de Jesús.

Recuerdo que llegué por primera vez a Costa Rica, precisamente, en esa época, y deseaba aprovechar esos días para ir a los pueblos y conocer más de esta tierra, pero no era la mejor idea.

Por absurdo que parezca hoy, pasear no era una buena opción y, mucho menos, andar en carro por los pueblos. En los lugares más conservadores, además de verte con reproche, te gritaban “ateo” y algunos otros improperios.

En años anteriores, la situación era aún más severa, pues no se podía escuchar música y, mucho menos, ver televisión... todo invitaba a meditar y valorar la magnitud del sacrificio del Señor.

En el Domingo de Ramos se compraban elaboradas cruces hechas de palma, que después se colocaban en la puerta principal de las viviendas, se hacia la Visita de las Siete Casas, se daba el Pésame a la Virgen, y recuerdo que, de niña, iba a la Procesión del Silencio.

Acompañada de mis padres y hermanos, por años oí las explicaciones del padre sobre las escrituras, y traté de entender por qué Jesús había perdonado a Judas.

Los días giraban alrededor de los eventos de la Pasión. Niños y adultos acudíamos a los templos sobrecogidos ante la crucifixión y, a las 3 de la tarde del Viernes Santo, pedíamos perdón rezando 33 credos, uno por cada año que Jesucristo compartió con nosotros su condición de hombre.

Hoy hay demasiado ruido, interferencia y tentación para podernos abstraer y dedicar unos minutos a reflexionar sobre el significado de la vida y muerte de Cristo.

No puedo opinar sobre la validez de la película La Pasión, pero sé que, al menos, ha puesto en la mente de millones de personas la imagen dolorosa de quien vino a redimir nuestros pecados, y trajo consigo un mensaje de amor y de perdón.

El mundo está urgido de que retomemos ese mensaje y hagamos de él una forma de vida. El odio entre los pueblos, la venganza y el fanatismo tienen aterrorizado al mundo, y necesitamos que vuelvan la sensatez, la tolerancia y la cordura.

Jesús señaló el camino: el amor y el perdón fueron su respuesta ante el odio y la traición.

No importa dónde estemos en la Semana Mayor, mientras dediquemos unos minutos para escuchar su mensaje, y, junto a nuestras familias, hagamos el firme propósito de vivir su amor y seguir sus enseñanzas.

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