Lunes 5 de abril, 2004. San José, Costa Rica.


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Los terrenos que Dennis Hope vende en la Luna no poseen aire ni agua, y ni siquiera son suyos, pero tienen buena salida.
Foto ilustrativa/Al Día

Luna en venta

Exactor estadounidense ofrece terrenos lunares desde ¢8.500

Estados Unidos/ AP. En la carretera nacional 395, que atraviesa un pequeño pueblo, Dennis Hope vende terrenos vírgenes por $19,99 –¢8.500– el acre (0,4 hectárea). Ofrece lotes espaciosos cerca de sitios privilegiados: el Mar de la Tranquilidad, el Mar de la Serenidad.

No hay vecinos a la vista hasta donde se pierde el horizonte. Claro está que no hay aire ni agua. La temperatura de día es tórrida: 110 grados centígrados. Y por la noche es frígida: 155 grados bajo cero. Se trata de la Luna, donde millones de personas han adquirido lotes preferenciales. Y tienen certificados enmarcados muy vistosos para demostrarlo. El vendedor de la Luna es un exactor, ventrílocuo, concesionario de casas rodantes y vendedor de una fiambrería. Calcula que ha probado unas 96 actividades antes de abrir su propia compañía, Lunar Embassy (Embajada lunar). “Ha sido el mayor éxito de sus muchas ocupaciones”.

Por momentos se muestra brusco, verborrágico, defensivo y quisquilloso. Cuando empezó a vender la Luna hace 23 años, lo hacía más en broma que otra cosa. Ahora dice que cree a ciencia cierta que la Luna será colonizada. Y sostiene que los más sagaces llegarán con los títulos de propiedad emitidos por su compañía.

“Su” propiedad

“Creo con todo mi ser que estoy vendiendo propiedad que me pertenece”, afirma. “Creemos que lo que hacemos es válido”. Lunar Embassy, con licencia del estado de Nevada, dice tener dos millones y medio de propietarios en 80 países. Más de 1.300 corporaciones han adquirido lotes, incluyendo los supermercados Safeway en Gran Bretaña, que revendieron 20.000 lotes a sus clientes.

Si bien la aventura parece divertida e inofensiva, algunos pueden arriesgar lo que no tienen para comprar su sueño lunar. En Rumania, donde el salario mensual equivale a unos $100 (¢42.800), algunas personas están dispuestas a pagar la mitad de esa suma por la promesa de vivir en la Luna.

“No me considero un artista del engaño”, replica Hope. “No me considero sino un hombre de negocios que ha hallado una oportunidad”. En la oficina de Lunar Embassy se ven camisetas, placas y mapas --artículos en venta-- que publicitan el derecho de su compañía al espacio exterior.

“No me diferencio de ningún otro hombre de negocios del mundo”, asegura. “La única diferencia es que el producto que vendo no existe aquí”, responde ante una objeción.

En algunos países como Rumania, Suecia, Japón, Canadá, Nueva Zelanda, Kazajistán y Rusia, Hope ha vendido embajadas a comerciantes locales por una tarifa única mínima de $75.000 (¢32 millones). Por contrato con Lunar Embassy, los embajadores están obligados a vender un número especificado de propiedades por mes.

En Rumania, por ejemplo, Adi Dragan, de Bucarest, dice haber vendido unos 200 lotes en dos años al precio de 49 dólares por 70 hectáreas. El ingreso les ha bastado a él y a su esposa, paralizada por un accidente laboral, para salir adelante.

Los compradores lo consideran un seguro para el futuro, afirma. Un padre flamante compró un lote, dice Dragan, en la esperanza de que algún día “mi hija vaya a la Luna”.

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