Jueves 8 de abril, 2004. San José, Costa Rica.


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Visión

Nuevas falacias sobre el TLC

Anabel González

Durante el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y Estados Unidos, surgieron algunos mitos que los propios resultados del proceso se han encargado de rebatir.

Como recientemente he escuchado algunas nuevas falacias, me parece importante clarificarlas.

Muchos de estos nuevos mitos están relacionados con diversos temas de servicios.

En primer término, he escuchado decir que el TLC tiene como objetivo privatizar el ICE y el INS. Esto no es cierto. El TLC no tiene ninguna disposición tendiente a privatizar –es decir, vender– ninguna institución estatal, ni parte de ella.

En materia de telecomunicaciones, el acuerdo promueve la apertura de tres segmentos del mercado: redes privadas, servicios de Internet y servicios de telefonía celular.

Con ello, lo que se busca es que otras empresas, además del ICE, puedan prestar estos servicios, en el caso de los dos primeros a partir del 2006 y, en relación con el tercero, a partir del 2007. Paralelamente, el TLC plantea el compromiso del país para fortalecer y modernizar el ICE, que es, precisamente, lo contrario a la privatización.

Algo similar ocurre en materia de seguros, en que el acuerdo promueve su apertura en el país para que otras empresas, además del INS, puedan prestar estos servicios a los costarricenses, a la vez que se busca la modernización del marco jurídico que rige el tema. El acuerdo no tiene disposición alguna sobre privatización.

Según he escuchado también, el TLC tendrá un impacto en la educación, que va desde que Estados Unidos sea el que dicte el currículo escolar en Costa Rica, hasta que desaparezca la educación pública. Todo esto es absolutamente falso.

El TLC no tiene ninguna injerencia directa sobre el tema de la educación como tal. De hecho, no cambia ninguna legislación del país en la materia.

El único punto de contacto entre el TLC y la educación es que el mejor aprovechamiento de ésta última plantea el reto de que contemos cada día con una población mejor educada. Esto, de paso, no es un reto nuevo que el TLC trae consigo, sino un imperativo, si el país quiere avanzar por la senda del desarrollo, con TLC o sin él.

Otra de las falacias hace referencia a que el TLC va a tener un impacto sobre el sistema de pensiones del Magisterio Nacional, provocando su desmantelamiento. Esto tampoco es cierto. De hecho, el propio acuerdo, en su capítulo 12, específicamente indica que las disposiciones del TLC no se aplican a los sistemas de pensiones.

También se escucha que todo lo anterior es particularmente grave, pues el TLC está por encima de la Constitución Política del país. Esto, por supuesto, también es falso.

La propia Constitución, en su artículo 7, señala que los tratados internacionales tienen un rango jurídico inferior a ella, lo cual implica que, necesariamente, deben ajustarse a ésta.

La discusión a profundidad sobre el TLC es muy importante, pues éste es un instrumento de gran trascendencia para Costa Rica. Sin embargo, ese debate se debe hacer sobre una base cierta.

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