Jueves 15 de abril, 2004. San José, Costa Rica.


Nueva revista deportiva


 

Perspectivas

Diez con hueco

Ovidio Muñoz

Me habría gustado estar allí cuando Cristo defendió a la mujer de quienes deseaban apedrearla. También ver la cara de sus perseguidores, al oírlo decir “que lance la primera piedra aquél que esté libre de pecado”. ¡Qué enseñanza!

Y me habría gustado estar cerca, cuando –humano, furioso– echaba del templo, convertido en cueva de ladrones, a los mercaderes.

Y también me habría gustado verlo caminando sobre el agua, multiplicando los panes y los peces, o haciendo vino del agua, o devolviendo a Lázaro de la muerte.

Y me habría gustado oírlo lanzar alguna de sus frases incendiarias desafiando a los hipócritas, desnudando a quienes se creían dueños del cielo y la verdad.

Pero me retrasé dos milenios y, entonces, me toca ver cómo un cineasta estadounidense –católico extremista, para más señas– reduce todo a un ser agonizante bañado en sangre.

De un salto, Mel Gibson se brinca sus milagros, sus enseñanzas, y se limita a acercarse con morbo a la pasión de Jesús.

Una película es un hecho subjetivo, una opinión dicha con imágenes; lo sé. Y hecho ese recordatorio, me permito decir que no comparto la opinión de Gibson sobre el Nazareno.

Confieso que no soy religioso, ni pretendo parecerlo, pero respeto y admiro la figura de Cristo. Por eso es que me quedo con el Jesús humano que –aún sudando sangre en el huerto– asumió el sacrificio.

Siendo más bien escéptico –vuelvo a confesarme, por aquello– me parecen maravillosas las enseñanzas de un hombre que siempre, contra todo y por encima de todo, fue fiel a sí mismo a pesar de las burlas, las ofensas y las críticas. Alguien que para sus atacantes nunca tuvo una palabra fuera de lugar, puras verdades, duras sí, pero verdades.

Creo que, con su “Pasión”, Gibson nos metió diez con hueco. Por encima del mensaje principal le apostó al sensacionalismo, a la natural atracción humana por el dolor ajeno.

Por eso, señoras y señores, me quedo con el Cristo que la película apenas insinúa. Aquél al que una canción nicaragüense le cantó diciendo: “Vos sos el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido...”.

Me quedo con el carpintero, el defensor de aquellos a quienes el resto condenaba.

Es decir, simpatizo más con el Cristo al que muchos dicen seguir, pero al que pocos siguen de veras.

| PORTADA | NACIONALES | SUCESOS | OPINIÓN | SOCIEDAD | OVACION | EL NORTE |
| INTERNACIONALES | SERVICIOS | USTED OPINA | PURA VIDA | ESCRIBANOS |

© 2003. Periódico Al Día. El contenido de aldia.co.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr

EDICIONES ANTERIORES